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LA CRISIS DEL PSOE

Almunia afirma que su mayor error fue no dimitir como secretario general tras las primarias

Joaquín Almunia dejó oficialmente ayer la secretaria general del PSOE con un discurso muy autocrítico en el que admitió dos grandes errores: haber seguido como secretario general tras perder las primarias frente a José Borrell y retomar, cuando éste dimitió un año después, el reto de ser candidato a la presidencia del Gobierno. Estas dos equivocaciones, cuya total responsabilidad asumió Almunia ante el comité federal de su partido, han contribuido, a su juicio, a que los ciudadanos no respaldaran mayoritariamente al PSOE. Añadió que la débil tarea de oposición realizada durante la legislatura, el buen momento económico y la política de medios de comunicación del Gobierno han hecho el resto.

Almunia tomó la palabra ante el comité federal, el máximo órgano entre congresos del PSOE, poco después de las diez de la mañana. Antes, los 238 miembros del comité mantuvieron un minuto de silencio en memoria de Fernando Buesa, el dirigente socialista alavés asesinado por ETA en plena campaña electoral. Acto seguido, Almunia desgranó su discurso de despedida como secretario general del PSOE, un cargo que ha ejercido durante poco menos de tres años tras la renuncia de Felipe González en el 34º Congreso. Recalcó, acto seguido, que su antecesor no ha sido para él un "secretario general en la sombra" y que, incluso, se enteró de muchas de sus decisiones después que los miembros de la dirección socialista. Dijo que sólo le ha dado consejo cuando se lo ha pedido.

El discurso de Almunia se articuló en torno a cuatro ejes: los resultados electorales del 12-M, las causas de esta "derrota sin paliativos", las razones de su dimisión y su propuesta para el próximo congreso del partido. Lo más relevante de su discurso -según los miembros del federal consultados, pues el debate transcurrió a puerta cerrada- fue su análisis de las causas del batacazo electoral.

Una crisis larvada

Algunas de ellas, admitió Almunia, vienen de lejos. Desde principios de los noventa, recordó, el PSOE era consciente de que debía renovarse e innovar, pero llega al 2000 con la sensación de que "el debate de la renovación está demasiado manido". Han hablado mucho de renovación, han tenido muchas disputas internas, se vieron sacudidos al dejar Felipe González, el liderazgo del partido sin aviso previo en junio de 1997. En 36 horas, el 34º Congreso eligió a Almunia. Y, mientras tanto, la sociedad española seguía evolucionando y veía a los socialistas, dijo, demasiado preocupados en sus cuestiones internas y muy poco en los problemas que preocupan a la gente.

Esa voluntad de renovación y de llegar a los ciudadanos fue lo que le llevó a convocar, en noviembre de 1997, las elecciones primarias. Las perdió frente a José Borrell en abril de 1998 y, según admitió ayer, aquel día debió dimitir como secretario general del PSOE. Continuó y, un año después, en mayo de 1999, Borrell renunció a ser el candidato del PSOE a La Moncloa. Segundo error: tomar, ya de segundas, el testigo de Borrell y encabezar, desde julio de 1999, la candidatura socialista a las elecciones generales.

Almunia subrayó que ambos errores son sólo suyos y que no tiene quejas de un partido que le ha apoyado en todo momento, pero que en los electores ha pesado negativamente, y mucho más de lo que podían prever, que el PSOE presentara un candidato que no había sido revalidado por sus propios militantes.

Además, estos cuatro años tras la derrota de 1996 han estado tan salpicados de cuestiones internas -la inesperada salida de González en el 34º Congreso, Almunia, las primarias, Borrell, otra vez Almunia- que el PSOE no ha sabido adaptarse a la oposición. La ha hecho, dijo Almunia, "con poca coherencia y poco creíble", no ha dejado ver su proyecto político con nitidez y le ha faltado tiempo para desgastar al Gobierno. Y por por todo ello ha perdido las elecciones.

Un congreso para recuperar votos

"Sabía que mi dimisión iba a producir turbulencias", admitió ayer Almunia ante los miembros del comité federal al explicar su renuncia irrevocable la misma noche del 12-M, aunque añadió que le hubiera gustado que el revuelo fuera menor. Presentó su dimisión porque no esperaba una derrota tan amplia, de la que se siente directamente responsable. Almunia mantuvo ayer que cree que el PSOE necesita un congreso para renovar su dirección y dar un impulso a su mensaje para que llegue a la sociedad y sea capaz de recuperar el electorado perdido.

Defendió que es mejor que ese congreso sea ordinario, aunque esto no siga al pie de la letra lo que dicen los estatutos del partido, para salir cuanto antes de la crisis y empezar a hacer oposición. Con un congreso ordinario a finales de julio, la nueva dirección socialista puede volcarse en las tareas de oposición después del verano y aún tiene prácticamente toda la legislatura para cumplir su compromiso "con los ocho millones de ciudadanos" que les han votado "y también con los que no lo han hecho".

El mensaje y la dirección que salga del congreso debe, según Almunia, recuperar la imagen de "seriedad, solvencia y cohesión" que durante muchos años, dijo, han sido patrimonio del PSOE.

El exsecretario general concluyó su intervención pidiendo a los miembros del comité federal que respalden la labor realizada por la dirección saliente, pues él asume personalmente los errores cometidos.

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