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Entrevista:ANIVERSARIO DE LA GUERRA

"Pristina es mucho más segura que Chicago o Moscú"

El representante de la política exterior y la seguridad de la Unión Europea asegura que Kosovo avanza y que la provincia serbia es un lugar seguro para todos sus habitantes.

Javier Solana parece vivir con cierta angustia el primer aniversario del inicio de la guerra de Kosovo, no tanto porque le parezca mal que existiera cuanto porque parece destilar amargura ante las críticas sobre la situación actual de la provincia. Solana, que entonces encabezaba la OTAN y hoy la política exterior europea, cree que todo sería peor si los aliados no hubieran intervenido.Pregunta. Usted era secretario general de la OTAN cuando se decidió la intervención aérea. Un año después, ¿cómo están las cosas en los Balcanes, en Kosovo? ¿Cuál es el balance? ¿Valió la pena aquella intervención?

Respuesta. Hace poco más de un año había campos de refugiados en Albania y en Macedonia que alcanzaban aproximadamente a un millón de personas. Imagínese por un momento qué hubiera pasado si el invierno lo hubiéramos vivido los europeos con un millón de personas en campos de refugiados; qué hubiera significado para Albania y qué hubiera significado para Macedonia. Hoy no están todos los problemas resueltos, pero nada es irreversible. Todo se puede resolver, aunque yo estoy muy triste o más bien apesadumbrado porque las cosas no van más deprisa en la región. Pero esta última semana he vuelto a visitar todos y cada uno de los países de la zona (con la excepción de Serbia), y en todos ellos, a sus gentes, a sus dirigentes políticos les entra pavor cuando se les pregunta: ¿qué hubiera pasado si nada hubiera pasado, si no se hubiera frenado en seco la limpieza étnica masiva?

P. Y ¿qué hubiera pasado?

R. Macedonia no existiría. Albania estaría en una situación catastrófica. Pero Albania firma en estos días un acuerdo de estabilidad con la Unión Europea, y Macedonia ha firmado ya el principio de acuerdo de estabilidad con la UE. Dos países que no sabríamos dónde estarían, Rumania y Bulgaria, han sido elegidos en Helsinki candidatos para ser parte de la Unión Europea. Croacia ha tenido una transición ejemplar, con un Gobierno ejemplar desde el punto de vista de su proyecto y de su programa.

P. Pero sigue habiendo muchos problemas de convivencia.

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R. En Kosovo se está avanzando, aunque lentamente para el observador que desde fuera no tuviera un conocimiento de las dificultades. Aquellos que pensaban que en 24 horas los que se odiaban, que no querían vivir juntos, por el mero hecho de desplegar una fuerza de interposición, se iban a amar los unos a los otros, estaban equivocados. Pero hay electricidad, hay agua, el millón de refugiados tienen todos casa, aunque no todos tienen empleo. Pristina es una ciudad viva, es una ciudad mucho más segura que Chicago, Washington, Berlín o Moscú.

P. ¿Para los serbios también?

R. Para todo el mundo. Mueren muchas más gentes por razones étnicas o razones de odios en Los Ángeles o en Chicago que los que mueren en Pristina. Lo que no es así es Mitrovica. Por eso hay que hacer todo el esfuerzo allí. La inseguridad en Kosovo está muy concentrada en dos puntos: Mitrovica y la zona del sureste de Kosovo o del suroeste de Serbia.

P. ¿Es eso suficiente?

R. No quisiera dar una sensación de ingenuidad. Es un planteamiento de lo que yo vivo todos los meses. Sigo visitando la región periódicamente al más alto nivel y al más bajo nivel: veo a los amigos y a los dirigentes políticos de todos los países, tengo un compromiso con esa parte de Europa, me arremango las mangas una vez al mes para visitarles, para meterme en los problemas reales de esas sociedades. No estoy contento, pero no lo estoy porque no se han resuelto los problemas, no porque vayamos marcha atrás.

P. ¿Encajaría con la visión de las potencias occidentales un intercambio de territorios para integrar en Serbia una parte del actual Kosovo y en Kosovo una parte de la actual Serbia?

R. Soy muy poco partidario porque los intercambios de territorio en Europa central son como abrir la caja de los truenos. He contado muchas veces una anécdota que define lo que es o lo que ha sido Europa central: una persona en una ciudad del centro de Europa, viva todavía, me llevó a su casa y me dijo que, sin haberse movido de esa casa, había vivido en siete países distintos. No hay un ejemplo más plástico, más gráfico. Imagínese los sufrimientos, las guerras, las familias desgarradas, el cambio de fronteras, todo eso. Volver a abrir todo eso no tiene sentido. Es mucho mejor intentar convivir, intentar poner en marcha las virtudes de la tolerancia.

P. ¿Cuál es el sentido político de la defensa europea?

R. La Unión Europea puede convertirse en la única instancia mundial que, en la gestión de crisis, tiene toda la gama. Tiene la ayuda humanitaria, una capacidad política extraordinaria, una capacidad en la vida económica extraordinaria, y tiene que tener en el otro extremo la posibilidad también de poder llevar a cabo operaciones de mantenimiento de la paz. Si Europa quiere dejar de ser un escenario del conflicto para poder ser un actor en la esfera internacional, es necesario que tenga todo eso.

P. Europa es una gran potencia comercial, pero es una potencia política mucho menor que Estados Unidos y hay quien lo atribuye a que su defensa es infinitamente menos imponente.

R. No tanto su defensa porque en esta hora en la que estamos viviendo la defensa territorial de todos y cada uno de los países no es un desafío. El desafío es poder incidir en la seguridad de otros, en la seguridad de los alrededores de Europa. No es realmente defender nuestros territorios, que no se sienten atacados por nadie.

P. Cuando digo defensa, me refiero a poderío militar.

R. Pero poderío militar para imponer la paz, no la guerra.

P. O para imponer la intimidación.

R. Imponer la intimidación es evitar la guerra, pero ya nadie piensa en guerras de invasión y en conquistas del territorio. El mundo ya no necesita conquistar el territorio, nadie necesita conquistar territorios, ni para conquistar mercados... Todo eso forma parte del ayer. Hoy lo que tiene interés es el tratar de tener mecanismos e instrumentos para que los valores que uno quiere defender y que muchos quieren defender, se puedan defender. No basta con proclamar los valores, hay que estar en disposición política y técnica para defenderlos.

P. ¿En Estados Unidos, tanto en la Administración como en el Congreso, se entiende esa buena voluntad?

R. Las personas inteligentes de Estados Unidos que conocen el tema no solamente lo entienden, sino que lo comparten. Porque a EEUU no le interesa tener un aliado débil. Una Europa más fuerte económicamente, más fuerte políticamente, más fuerte también desde el punto de vista de la capacidad de gestión de crisis, es buena para todo el mundo. Aunque a algunos actores americanos les pueda molestar, los más inteligentes lo comprenden y lo comparten.

P. Sin la capacidad de inteligencia y los satélites de Estados Unidos hubiera sido muy difícil una intervención en Kosovo.

R. Muchas cosas hubieran sido muy difíciles y han sido muy difíciles de hacer solamente con los medios europeos, pero eso no tiene por qué ser para siempre.

P. Pero con el desarrollo de la defensa europea la decisión de intervenir o no en Kosovo ya no dependerá sólo de la voluntad de Estados Unidos.

R. Habrá una relación más equilibrada entre Europa y Estados Unidos y eso es bueno para Europa, bueno para Estados Unidos y bueno para el mundo en general.

P. ¿Por qué?

R. Porque un mundo más equilibrado en cuanto a potencias es mejor, sobre todo cuando son grupos de países que tienen tanto en común como Estados Unidos y Europa.

P. Entre Europa y EEUU hay una gran diferencia: la toma de decisiones es mucho más fácil allí que aquí.

R. Algunas cosas sí, son más fáciles, otras son muy difíciles también. Me gusta cuando me preguntan cuál es el teléfono de Europa. Yo creo que cada vez está más claro a cuál han de llamar.

P. ¿A cuál?

R. Creo que al mío . Cuando uno habla de Estados Unidos, hasta que se llega al momento de tomar decisiones importantes, no se sabe si hay que llamar al Departamento de Estado, al Pentágono, a la Casa Blanca, al senador Helms. Pero en el momento final sí se sabe a quién hay que llamar: al presidente de Estados Unidos. Siempre un país tendrá unas capacidades que no tiene un conjunto de países que quieren voluntariamente ponerse juntos, siempre será más complicado.

P. La reforma del Tratado de Amsterdam se hace, entre otras cosas, para facilitar la toma de decisiones en una Unión ampliada.

R. Depende de qué temas. Hay temas donde la decisión, una vez que se toma, es muy fácil de aplicar: el mercado único, la moneda, etcétera. En los temas de política exterior y de seguridad seguirá siendo más difícil por mucho tiempo porque están en juego temas muy importantes en los que las culturas políticas (de política exterior y de política de seguridad) de los distintos países son muy distintas. Hemos avanzado a la velocidad de la luz. Siempre digo que lo que ha pasado en Europa desde Helsinki hasta hoy (cuando están todas las estructuras y todas las decisiones sobre las capacidades militares tomadas) es, en el ámbito de la Unión Europea, andar a la velocidad de la luz. En la Europa que tenemos hoy (la Europa del mercado único, la Europa de la moneda) lo que nos queda por realizar realmente como europeos son dos cosas: la Europa de la política exterior y de la seguridad y la ampliación de Europa; es decir, que la Europa geográfica, la Europa política y la Europa institucional sean la misma cosa. Eso es lo que nos queda por hacer, pero desde el punto de vista de las grandes decisiones la mayor parte de ellas están tomadas ya.

P. ¿Y es imaginable que en esa Europa un país como Malta tenga el derecho de vetar una decisión por intereses nacionales?

R. No.

P. ¿Y cómo se evita eso?

R. Con una reforma seria.

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