Gran máquina de récords
Tiger Woods ganó el domingo su tercer torneo del año y acabó con otras tres marcas del circuito estadounidense
Tiger Woods se va encaminando poco a poco, y peligrosamente, a la perfección. Un deporte, el golf, que solía ufanarse de la paridad existente entre sus jugadores, que solía mostrar como mérito propio lo difícil que era que un jugador ganara más de cuatro torneos en un año, ese mismo deporte se está viendo obligado, por la metalúrgica marcha de un solo hombre, a dejar sus viejas creencias. Tiger Woods volvió a ganar el domingo, en el torneo Bay Hill que se jugó en Orlando (Florida), y los estadounidenses, tan rápidos siempre con las estadísticas, dieron la nueva lista de récords que El Tigre había dejado atrás.Esta vez, los tres se refieren al ránking mundial de golf: nunca un golfista había sumado tantos puntos (1.075), nunca había tenido un promedio tan alto por torneo (22,86) y nunca nadie había encabezado la lista con tanta diferencia sobre el segundo: 10,28 puntos separan a Woods del segundo clasificado, David Duval. La diferencia es tal que el quinto, el británico Lee Westwood, suma un tercio de los puntos de Woods.
El increíble estado de forma del Tigre amenaza con tranformar en un aburrido trámite el torneo con más solera de EEUU, el Masters de Augusta, que comienza dentro de dos semanas. Los analistas norteamericanos están sacando a relucir, además, lo que el entrenamiento incesante de Woods está consiguiendo: ya no es sólo el animal que lanza las bolas a 300 metros sin tensar un músculo; ya ni siquiera es aquel hombre frío que puede derrotar cualquier green en dos golpes. Los ex puntos débiles de Woods ya no lo son tanto: El Tigre está empezando a demostrar que puede ganar de cualquier forma. Los analistas crean una Gran Teoría sobre Tiger Woods, y El Tigre se las destroza en pocas semanas. Ahora ha caído su supuesta debilidad en el juego corto: 13 greens falló Woods entre sábado y domingo en Orlando, pero no cometió ningún bogey. También solía decirse que Woods era un gran remontador, pero ahora ha sacado a relucir una nueva faceta: las últimas doce veces que llegó a una mañana de domingo en la cabeza de un torneo, el título fue a parar a sus manos. Una conclusión ronda por la PGA: "Ya no hay por donde cogerle".
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