Freire terminó solo y tercero
El alemán Zabel ganó por tercera vez esta clásica al imponerse al 'sprint' a Baldato y al español
Faltaban 500 metros. Ya estaban en Vía Roma pero faltaban 500 metros cuando se vio grande, enorme, llenando la calle, el maillot arcoiris de Óscar Freire. El hombre invisible se asomó al balcón. Estaba perdido. En esas circunstancias, con el sprint ya lanzado a 70, con Erik Zabel ciegamente guiado por Fagnini, con Fabio Baldato ya preparando su desfile por la izquierda, con Ferrigato, con Petacchi lanzándole como si el asfalto fuese un trampolín, con medio mundo ya oliendo la meta, con los mejores sintiendo cerca el triunfo prometido en la mejor carrera, en la Milán-San Remo, la Classicissima, el Mundial de Primavera, en esas circunstancias, o el intento era sobrehumano, un grito descomunal, o era un intento condenado por prematuro. Erik Zabel, por lo tanto, no temió más. Sprintó libre y largo, de lejos. El ciclista alemán, de 29 años, ganó, así, su tercera Milán-San Remo en cuatro años. El sprinter del Telekom iguala en el historial a Fausto Coppi y a Roger de Vlaeminck, pero aún está a una Primavera de Gino Bartali y muy lejos de Costante Girardengo (6) y de Eddy Merckx (7).Óscar Freire ya estaba perdido, de todas maneras, antes de intentarlo. Entre la Cipressa (ataque de Bartoli y Domínguez) y el Poggio todo marchaba camino del final descrito por Freire y por todos esperado: llegará un grupo reducido, de unos 40, y fatigado a la última recta, y, entonces, ganará el mejor colocado, el más fresco o el más fuerte, o sea, él, Óscar Freire. "Sí, pasó lo que pensaba hasta el kilómetro 293,950. En los últimos 50 metros, todo cambió". Óscar Freire no era el más flojo ("es una decepción quedar tercero, aunque suene a mucho para un novato de 24 años recién cumplidos como yo, sencillamente porque estaba fuerte, muy fuerte, me sentía muy bien", dijo amargamente), el campeón del mundo no era tampoco el peor colocado; estaba fresco antes de enfilar el último kilómetro, la rotonda, la curva a la izquierda (allí donde Domínguez, bajo la bandera roja, lanzó su último petardo), y la recta ondulante. Y Óscar Freire estaba solo: "Me ha faltado un compañero que me echara una mano, me han dejado solo, yo me he chupado solo todo el viento y a Zabel le han llevado y le han lanzado perfectamente. Me ha hecho falta algún compañero".
Italia era feliz anoche. Michele Bartoli, hace nada más que dos semanas un hombre acabado, cojo, hundido, resucitó entre los olivos, los pinos mediterráneos y el solitario ciprés que corona la Cipressa, colina colgada sobre la Riviera de Liguria. Sueña Italia, sueña. Disfruta, Freire. Sueña, Domínguez. El italiano, gran emplasto, férula, cera y vendaje rodeando la rodilla derecha, sujetando el tendón, forzó la marcha, desengranó un piñón y, en cuanto vio elevarse la carretera se fue solo. Le siguió, rápido, audaz, Juan Carlos Domínguez, que pensaba dejarlo para más tarde pero que no resistió la tentación. Se fueron los dos. Detrás, todos en fila india. Coronaron. Descendieron. 15 segundos en la cima. 15 segundos al comienzo del llano. Perfecto para Freire. El Telekom, Zabel temeroso veló para que el guión se rodara como estaba previsto: debería haber llegada al sprint y lo consiguieron. Los de la engrasada máquina alemana favorecieron los designios de Freire. Y su equipo, el gran Mapei, la gran multinacional del ciclismo, corredores de nueve países, directores de tres, los perjudicó.
Paolo Bettini es un corredor bajito, de chispa y ratonero, tiene punta de velocidad y unas ambiciones superiores a su calidad. Como tantos otros que no tenían mucho que decir en una llegada masiva, como Olano y Jalabert, como Casagrande, Tchmil, Rebellin, como el nervioso Vainsteins, como Etxebarria y Van Petegem, el pequeño italiano del Mapei, el anárquico ambicioso, buscó lo imposible, un ataque en descenso que le aislara en cabeza. Si hubiera ganado habría sido héroe de por vida, pero si se hubiera quedado para lanzar a Freire, quizás ahora el Mapei estaría por fin celebrando la victoria en el único Monumento que aún no ha conquistado, la Milán-San remo, la clásica que le escapó ayer a un español, a Óscar Freire, el campeón del mundo. El novato del equipo. El único que tenía la receta para ganar.
Clasificación
1. Erik Zabel (Alemania), 7.11.29 horas. 2. Fabio Baldato (Italia), mismo tiempo. 3. Óscar Freire (España), m.t. 4. Zbigniew Spruch (Polonia), m.t. 5. Serguei Ivanov (Rusia), m.t. 6. Jo Planckaert (Bélgica), m.t. 7. Stefano Garzelli (Italia), m.t. 8. Rolf Soerensen (Dinamarca), m.t. 9. Romans Vainsteins (Letonia), m.t. 10. Bo Hamburger (Dinamarca), m.t. 11. Laurent Jalabert (Francia) m.t. 22. Javier Pascual Rodriguez (España), m.t.
Copa del Mundo
1. Zabel, 100 puntos. 2. Baldato, 70. 3. Freire, 50. 4. Spruch, 40. 5. Ivanov, 36. 6. Planckaert, 32. 7. Garzelli, 28. 8. Sorensen, 24. 9. Vainsteins, 20. 10. Hamburger, 16. 22. Javier Pascual Rodríguez, 4.
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