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Frutos anuncia una "reestructuración a fondo" de IU en la próxima asamblea, cuando se relevará a Anguita

Como estaba previsto, los dirigentes de Izquierda Unida no están dispuestos a tomar ningún tipo de decisión drástica antes de la próxima asamblea. Está prevista para diciembre, pero la mayoría se decantó ayer por adelantarla, aunque todavía no hay nada decidido y la gran duda es si convocarla antes del verano, de manera que coincidiría prácticamente con el congreso del PSOE, o dejarlo para el mes de septiembre u octubre. La reunión de la presidencia de ayer dejó la decisión definitiva para el próximo día 27, en un nuevo cónclave.El candidato, Francisco Frutos, aseguró tras la reunión que en esa asamblea se hará una "reestructuración a fondo" de Izquierda Unida, pero no antes, ya que consideran inútil abrir ahora un proceso de dimisiones en masa cuando el máximo órgano estaba ya previsto para culminar ese proceso. La clave, según el propio Frutos, está en que IU ya había tenido su debacle electoral y había perdido a la mitad de su electorado en junio de 1999. Entonces, Anguita no dimitió y se limitó a anunciar que dejaría su cargo en la próxima asamblea, que ya se estaba preparando en clave sucesoria y de renovación antes de que se produjera el pésimo resultado electoral del domingo, que no sólo estaba descontado sino que la caída ha sido algo más suave de la que se anunciaba antes de que se lograra el pacto con el PSOE.

Lo único que parece haber cambiado algo es la presencia de Anguita en el debate de la organización. Muy significativo es que ayer, con la plana mayor de la coalición reunida, y más de 40 personas interviniendo durante horas, el que sigue siendo coordinador general y por tanto máximo dirigente de IU rehusó intervenir y se limitó a escuchar pacientemente a sus compañeros. Aún está de baja médica tras ser operado del corazón en diciembre, pero nada le impide hablar, y así lo ha demostrado durante la campaña, con una decena de actos públicos. Por eso su silencio era interpretado por algunos dirigentes como una aceptación del escaso poder de influencia que ahora tiene en la vida interna de la organización.

La batalla sucesoria ya se había abierto de manera soterrada, pero ahora cobra mayor fuerza. Sólo el líder asturiano Gaspar Llamazares sigue autoproclamándose candidato para ese puesto, aunque hay otros.

De momento, la única crisis que tendrá que resolverse antes de la asamblea es la de Andalucía. La coalición, liderada allí por Antonio Romero, ha perdido siete diputados autonómicos, y eso que ya venía de un mal resultado en 1996. Precisamente la de Romero fue la ausencia más significativa en la presidencia de ayer. Oficialmente no acudió porque estaba preparando la reunión de la dirección andaluza de hoy, en la que no parece que vaya a presentar su dimisión. Algunos dirigentes opinaban que prefirió no tener que soportar las críticas por la debacle sufrida.

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