_
_
_
_
CICLISMO

El ultimísimo producto del Este

Andreas Klöden, el ciclista que se reveló en la París-Niza, está tallado en el molde de Ullrich

"Qué estupidez". Llega al ciclismo también la moda de buscar rápido, rápido grandes figuras jóvenes. Aparece un alemán semidesconocido, de 24 años, casi 25, gana la París-Niza, deja unas gotas de gran clase en el camino, en la tortuosa subida de 10 kilómetros entre Niza y el col d'Éze, y ya sale rápido el primer exégeta. "Ha nacido un nuevo Jan Ullrich". Lo dijo Michel Gros, el director del Jean Delatour. Todos se quedaron boquiabiertos. Muchos rebuscaron en sus archivos, consultaron sus datos y asintieron. Pero llegó Andreas Klöden, el ciclista del que todos hablan estos días, dejó el último ramo de flores en los brazos de su novia Bettina y dijo: "Qué estupidez compararme con Jan. Él ya ganó un Tour a los 23 años. Y yo sólo he ganado la París-Niza... No me volveré loco." Y, sin embargo, estúpidas todo lo que quiera, las razones para comparar a los dos últimos grandes productos del ciclismo alemán son obligatorias.Como Jan Ullrich, Klöden, más alto (1,85 por 1,83 metros), mucho más delgado (65 kilos por 79), más fluido, menos tanque que el ganador del Tour 97, nació en una ciudad del Este (Mittweida, junto a Karl Marx Stadt) en los últimos años de la RDA; como Ullrich, Klöden, más extravertido, hablador, casi latino, más hombre de pelotón, fue reclutado por el Dinamo de Berlín, el poderoso club de la stassi, y como Ullrich, Klöden pasó su infancia y primera juventud sometido a la disciplina y a la vida cuartelera que el régimen deparaba a sus jóvenes de elite. También, como su ídolo y compañero de equipo en el pelotón ("sería para mí un honor ayudarle en la ruta del Tour"), Klöden se hizo ciclista de fuerza, de grandes desarrollos, y de resitencia, de largo aliento. Como los grandes señalados para ganar alguna vez el Tour, su mejor terreno de expresión es la contrarreloj, allí donde se parecian sin engaño la clase y la calidad.

Y ahí se acaban las similitudes. Ullrich enseguida dijo aquí estoy yo, y Klöden estuvo en un tris de no ser renovado por el Telekom a finales de 1998, cuando acabó su primer año profesional. Fue su entrenador privado, Dieter Stein, el que tuvo que convencer a Walter Godefroot, el director, para que le diera otra oportunidad. "Será un gran ciclista", le prometió. Godefroot accedió y ahora goza. "Es un buen contrarrelojista y tiene calidades de escalador", dice el director belga. "Pero ahora tenemos que mantener la calma. A pesar de sus éxitos no vamos a cambiar su agenda. Tenemos que lograr que se desarrolle con la máxima tranquilidad".

Y tranquilo está Klöden, allí en Cottbus, junto a la raya polaca, donde todas las mañanas corre tras de la moto que maneja su madre. Y donde quizás se entretenga recordando que un tal Induráin también ganó la París-Niza a los 24 años.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_