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ELECCIONES 2000

El PP culmina su travesía del desierto y se considera listo para el pospujolismo

El Partido Popular (PP) dio el domingo un paso decisivo en su largo y complejo proceso de normalización en Cataluña. Con 12 diputados y el 22,8% de los votos, el PP superó con mucho las cotas de apoyo que a finales de los años setenta obtuvo la extinta Unión de Centro Democrático (UCD). Los dirigentes del partido creen que la normalización llega justo a tiempo: a las puertas del pospujolismo, que deberá recomponer todo el espacio del centro derecha.

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Con la llegada de Jordi Pujol a la presidencia de la Generalitat, en 1980, Convergència i Unió (CiU)ocupó cómodamente el segmento político del centro derecha en Cataluña, tanto en las elecciones autonómicas como en las legislativas. Alianza Popular (AP), primero, y el Partido Popular, después, han vivido en todos estos años una larga travesía del desierto en Cataluña, amargamente recordada en sus discursos por los principales líderes históricos del partido en la noche electoral del pasado domingo.El 12 de marzo, el PP catalán empezó a vislumbrar la salida del túnel al conseguir tantos escaños como UCD en 1979 y acariciar el 23% de los votos, cuando UCD se quedó en el 19%. Además, el PP consiguió que Cataluña deje de ser el "agujero negro" del partido y el principal problema para alcanzar una mayoría clara en España.

El PP de Cataluña rompió el pasado domingo su tendencia a la baja del último ciclo electoral: pasó del 17,96% al 22,79% en Cataluña, ganó 65.000 votos, cuatro diputados y logró representación en Girona, la única circunscripción que no aportaba diputados al PP. Además, redujo espectacularmente la ventaja que le llevaba el PSC y que hipotecaba las posibilidades de los conservadores en toda España: si en 1996 el PSC superó al PP en 830.000 votos, este año la diferencia ha sido de 350.000.

Avance en Barcelona

El crecimiento del PP fue generalizado: de 3,3 puntos en Lleida, de 3,9 en Girona y de 4,3 en Tarragona, lo que le permitió obtener por primera vez dos escaños, al igual que UCD en 1979. Pero la subida más clara fue en Barcelona, donde ganó 5,2 puntos: del 18,3% al 23,5%.

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El sorpasso sobre CiU fue casi una realidad en la ciudad de Barcelona: el PP cosechó más de una cuarta parte de todos los votos emitidos -el 26,4%-, con un crecimiento de 3,7 puntos con respecto a 1996. Además, se quedó a sólo el 0,8% de la coalición nacionalista y obtuvo la segunda plaza en 8 de los 10 distritos de la ciudad. Únicamente en Sants-Montjuïc y Gràcia quedó relegado al tercer puesto.

En el área metropolitana, tradicional feudo socialista, el crecimiento fue aún más espectacular: En el resto del Barcelonès -Santa Coloma, L'Hospitalet, Sant Adrià y Badalona-, el PP supera ampliamente a CiU y siempre se sitúa por encima del 25% de los sufragios.

La tendencia se repite, con algunas excepciones, en el Baix Llobregat y el Vallès Occidental. El PP supera el 25% en Badia del Vallès (27,1%), Barberà del Vallès (26,9%), Sant Andreu de la Barca (25,9%) y Castelldefels, donde rompe todas las estadísticas y alcanza el 32,8%. Estos resultados en el otrora llamado cinturón rojo ponen en cuestión la tesis de que fue Aleix Vidal-Quadras el responsable del crecimiento del PP en el área metropolitana como consecuencia de su discurso españolista. Nunca el PP había difundido un discurso tan catalanista como el propagado por Josep Piqué en la pasada campaña.

Con estos resultados, los dirigentes del PP creen que el partido se coloca en una situación óptima para afrontar el pospujolismo y atraer a buena parte de la base electoral de CiU. Para conseguirlo, confían en que Josep Piqué reforzará todavía más su vertiente de voz catalana en el Ejecutivo de José María Aznar y, al mismo tiempo, muestran predisposición a garantizar la estabilidad en Cataluña.

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