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Las cicatrices de la memoria

Isabel Ferrer

Es el accidente más famoso de los últimos años, y Trevor Rees-Jones, el que fuera guardaespaldas de Diana de Gales, ha decidido contar su versión de los hechos. Por lo menos la parte que recuerda. Plasmada en un libro de título previsible, El relato del guardaespaldas, su aportación a la tragedia que hizo tambalearse a la familia real británica, no ha estado exenta de sobresaltos. El primero en insultarle por su osadía ha sido su antiguo patrón, Mohamed al Fayed, padre de Dodi, la pareja de la princesa Diana que falleció en París junto a ella y el chófer, Henri Paul, en agosto de 1997. Muy aficionado a las demandas, Al Fayed, padre, intentó evitar la aparición de varios extractos de las memorias en el rotativo The Daily Telegraph. No lo logró, y el libro entero está ya en la calle al alcance de cualquier ciudadano.La preocupación del que un día tratara a Rees-Jones casi como a un miembro de su familia era comprensible. El guardaespaldas, que ha cumplido 31 años y trabaja ahora en una tienda deportiva, acusa directamente a Dodi al Fayed de ser el culpable de lo sucedido en el túnel del puente D'Alma. Impulsivo, temerario e imprevisible, la última pareja de Diana de Gales tomó aquella noche decisiones que no le incumbían acerca de su propia seguridad. "Cambió de planes en el último minuto y quiso escapar con la princesa del acoso de los fotógrafos sin ayuda de ninguna clase. Solos ellos dos. No lo permití, por supuesto", ha dicho el hombre encargado de protegerlos. Cuando por fin pudo hacerse oír, se sentó junto a Henri Paul, el conductor, del que sigue asegurando que no parecía en absoluto borracho, como se dijo entonces.

Para Mohamed al Fayed, que ha sostenido siempre que el accidente fue planeado por los servicios secretos británicos (MI6) en connivencia con el duque de Edimburgo, esposo de la soberana, Isabel II, es muy difícil aceptar que su adorado primogénito hubiera actuado con semejante ligereza. Enfrentado a la realidad de un chófer bebido y un retoño arrogante, "trató de encubrir lo ocurrido con historias increíbles aderezadas de detalles aún más surrealistas", ha conseguido reconocer por fin Rees-Jones. Una afirmación así le ha supuesto un gran esfuerzo, porque, según dice, comprende bien a Al Fayed, apodado El Jefe. "Yo perdí a mi padre a los 17 años y sé lo mucho que duele, pero también creo que me ha utilizado para sus fines".

Todavía en plena recuperación de unas heridas que le desfiguraron por completo el rostro y el cráneo, Rees-Jones dijo al rotativo sensacionalista The Mirror en 1998 que Diana había llamado a Dodi instantes después del accidente. También añadió haber visto dos coches y una motocicleta siguiendo al Mercedes del Ritz. Todo falso. Él fue el único superviviente, y la verdad es que sus recuerdos no van más allá de la puerta trasera del hotel parisiense por donde salieron todos para despistar a la prensa. "Dije todo aquello azuzado por Al Fayed, que tejía ya la teoría de la conspiración. Fue una flaqueza de la que me arrepentiré siempre".

Con la cara marcada por el brutal choque contra la pared del túnel, este antiguo soldado que sueña con abrir su propia empresa de seguridad ha echado por tierra hasta las fantasías más queridas de Al Fayed. Según Rees-Jones, Dodi nunca compró un anillo de compromiso para Diana en Montecarlo. "Estuve con ellos todo el tiempo, y ni siquiera entraron en una joyería". Que la princesa de Gales fuera a casarse con el hijo del dueño de los almacenes Harrods es otra de las leyendas que desmiente de plano. "Se llevaban bien y hablaban mucho, pero salían desde hacía unas pocas semanas. Lo de la boda es otro producto de su imaginación". De Diana de Gales sí guarda un cálido recuerdo. "Hablábamos de cine, de cosas triviales. No era un ingeniero aeronáutico, de acuerdo, pero tampoco lo soy yo. Desde luego era maravillosa, guapísima y una de esas mujeres a las que llevarías del brazo al pub sintiéndote el hombre más afortunado del local".

Con la venta del libro, Trevor Rees-Jones espera rehacer su vida, una cuesta arriba constante desde que su madre, Jill, le dijera que había sobrevivido al choque. "Me puse a llorar, una tarea casi imposible con todos los huesos de mi cara rotos". Si gana con sus memorias y los derechos televisivos el millón de libras (270 millones de pesetas) que calcula, podrá pagar las minutas que aún tiene pendientes con los abogados. Lo que Rees-Jones no puede perdonar es que Al Fayed se aprovechara de su debilidad física y de la amnesia que aún sufre, para encubrir los errores cometidos por su hijo Dodi. "Al final piensas que no vale la pena ser tan rico", dice.

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