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Desvergüenza

La coincidencia de los carnavales con la campaña electoral tiene una ventaja: la fiesta quita aristas a la lucha política y, a la vez, pone sordina a las situaciones más ridículas. Siempre se pueden achacar las desvergüenzas al calendario. Todo tiene perdón en carnaval: no hay desfachatez sin indulto y cualquier despropósito lanzado en un mitin tiene en estas fechas trato venial.Afortunadamente, en las campañas electorales, la gente genera mecanismos de defensa. Es algo así como lo que sucede el Día de los Inocentes: nadie se cree nada. Durante las campañas electorales, tampoco. Con perplejidad, la ciudadanía se limita a contemplar cómo los candidatos se lanzan a visitar mercados, ayudan a cruzar semáforos a los ciegos y, sobre todo, tienen ocurrencias geniales y urgentes que les llevan a anunciar grandes proyectos. Sólo con las primeras piedras que se ponen en campaña electoral se podría adoquinar si no el infierno, sí el valle del Guadalquivir.

En la provincia de Málaga, durante estas elecciones, fue el PSOE el que inauguró el capítulo de las ocurrencias geniales al anunciar una autovía hacia Ronda, de la que se ignoraba el recorrido, el plazo de ejecución, el presupuesto y, por supuesto, la fuente de financiación.

Pero en una competición de este tipo no se podía quedar atrás la alcaldesa de Málaga, Celia Villalobos, que gusta de encarar las obras públicas con más brío que tino y reflexión. Villalobos tiene un historial imbatible: sus dos grandes obras -el túnel bajo la Alcazaba y el palacio de los Deportes- se hicieron a toda prisa, se inauguraron con la oportuna trompetería, pero aún están sin funcionar.

Estos tropiezos no la han frenado. Es difícil poner freno a la inconsciencia. Con el palacio de los Deportes cerrado por unas amenazantes grietas, la alcaldesa se lanzó de inmediato al más difícil todavía anunciando la construcción de un auditorio sobre el mar. Pero en esta campaña, Celia Villalobos tenía que dar la nota: así nace el Proyecto Guadalmedina.

Hoy se le llama proyecto a cualquier cosa: a una simple maquetita o un juguetito infográfico, sin tener en cuenta lo que los técnicos entienden por tal o cómo define el verbo proyectar el propio diccionario de la RAE: "Idear, trazar o proponer un plan y los medios para la ejecución de la cosa".

En política -al menos, en política marrullera- no se entiende que sea necesario aclarar las técnicas y recursos que pueden hacer, o no, viable una idea: basta simplemente con anunciarla, porque, de hecho, lo importante es el anuncio y no la viabilidad de la idea.

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En el caso del Guadalmedina, la idea no tiene nada de nueva, lleva siglos planteándose y ya en los años ochenta se descartó por su altísimo precio. Sin que se haya hecho un proyecto que pueda servir para calcular los costes, Villalobos habla de 82.000 millones, que tampoco aclara de dónde saldrían. Lo único cierto es que el Ayuntamiento de Málaga ha gastado en publicidad un buen dineral de los ciudadanos para explicar la última ocurrencia de la alcaldesa.

No parece muy honesto jugar con las ilusiones de la gente y menos usando para ello dinero público. Incluso en campaña electoral, la desvergüenza debería de tener un límite.

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