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La dictadura del 'chip'

El progreso de las computadoras, que clasifican más de un millón de partidas, revoluciona la preparación de los jugadores

Leontxo García

El ordenador portátil es ahora la pieza esencial del equipaje de los ajedrecistas de élite. Contiene más de un millón de partidas clasificadas al detalle, programas que calculan decenas de miles de jugadas por segundo y análisis muy profundos. El húngaro Peter Leko, de 20 años, jugó enteramente de memoria las dos últimas partidas del torneo de Linares, donde ayer hubo descanso. Esas partidas de Leko contra los dos primeros de la lista mundial, Gari Kaspárov y Viswanathan Anand, terminaron en tablas, un buen resultado para el húngaro, 6º del escalafón, que, además, ahorró mucha energía mientras sus rivales se esforzaban en evitar un error fatal. Ambas son de una gran calidad. El mérito es de los tres: el ruso y el indio encontraron jugadas muy difíciles en el escenario, bajo la presión del reloj en marcha; Leko se las sabía de memoria porque trabaja muy duro con su entrenador, el cubano Amador Rodríguez, y de la computadora. Ésta da pistas sobre los factores básicos de la posición y ayuda a evitar errores graves, pero la creatividad la ponen ellos.Todo eso resultaba casi imposible hasta hace pocos años, incluso para quienes viajaban con equipajes muy voluminosos, llenos de libros, revistas de medio mundo y montañas de folios con análisis. Elaborar un repertorio sólido de aperturas con blancas y con negras, y prepararse específicamente contra los futuros rivales en un torneo como el de Linares exigía una labor de meses. Los ases soviéticos, como Anatoli Kárpov, eran ayudados por un ejército de analistas pagados por el Kremlin; los occidentales intentaban contrarrestar esa potencia a base de ingenio. Hoy basta teclear el nombre de Anand para que, en pocos segundos, la base de datos muestre las 1.327 partidas que ha disputado el indio desde 1984, cuando tenía 14 años. Y no de cualquier manera, sino clasificadas por fecha, apertura, resultado y rivales. Su entrenador, el georgiano Elizbar Ubilava, explica las nuevas exigencias de su profesión: "Ahora, con la potencia de los ordenadores de ajedrez, hay que ser extremadamente cuidadoso en la preparación. No puedes arriesgarte a plantear novedades que la computadora refuta categóricamente, aunque el antídoto sea muy difícil de encontrar con el reloj en marcha, porque es probable que tu adversario las haya probado en su máquina".

¿Quiere eso decir que el ajedrez como arte se encamina hacia una vía muerta? Se debaten ideas para cambiar las normas actuales: reducir el tiempo de reflexión -en la modalidad clásica cada jugador dispone de dos horas para los 40 primeros movimientos- o sortear la posición inicial de las piezas antes de cada partida, como propone el ex campeón Bobby Fischer. Pero aún queda mucho margen para la creatividad, como demuestra el español Alexéi Shírov, que pone a prueba las neuronas de sus rivales en casi todas sus partidas con ideas muy originales. El número de posiciones distintas que pueden darse en una partida de ajedrez se escribe con un uno seguido de 124 ceros. Hay quien afirma, aunque sea imposible demostrarlo, que ese número es mayor que el de átomos en el universo.

Todavía no se ha inventado un ordenador capaz de dominar esa monstruosidad.

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Sobre la firma

Leontxo García
Periodista especializado en ajedrez, en EL PAÍS desde 1985. Ha dado conferencias (y formado a más de 30.000 maestros en ajedrez educativo) en 30 países. Autor de 'Ajedrez y ciencia, pasiones mezcladas'. Consejero de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) para ajedrez educativo. Medalla al Mérito Deportivo del Gobierno de España (2011).

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