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Y el alemán Johann se convirtió en Juanito Muehlegg, líder de la Copa del Mundo, es la gran sorpresa del deporte español

Johann Muehlegg se ha convertido en la gran sorpresa de la temporada deportiva española. En un país donde apenas hay 400 kilómetros de pistas para el esquí de fondo, fundamentalmente en el Pirineo, y no llegan a 400 las licencias, este alemán de 29 años, nacionalizado español el pasado 12 de noviembre, se ha empeñado en ser protagonista de triunfos casi continuos. Ha ganado cuatro de las 14 pruebas de la Copa del Mundo y es líder con grandes posibilidades de vencer en la máxima competición por etapas de la especialidad, la única este año en que no hay Mundiales ni Juegos Olímpicos. Cuando se esperaba una travesía difícil a medio plazo para conseguir recuperar alguna figura en el esquí alpino (la medalla de plata lograda por Carolina Ruiz el viernes en los Mundiales júnior es una buena señal), Muehlegg ha venido a llenar este vacío con unos éxitos que incluso a él mismo le han sorprendido. De sus contactos italianos viene que le conozcan como Giovanni, pero ahora es más Juanito. Le queda bien poco de su pueblo bávaro, al suroeste de Múnich, cerca de la frontera austriaca.Todo en la conversión de Muehlegg ha sido extraordinario. En lo deportivo y en lo personal. Sus relaciones con la federación alemana y un entrenador llegaron a ser insostenibles. Él no quiere hablar del asunto y repite continuamente que su carácter es latino. Conoce desde hace años a la escasa representación española en el circuito mundial del fondo y, especialmente al cántabro Juan Jesús Gutiérrez, el mejor esquiador de la historia nacido en España. Muehlegg quería salir a toda costa de Alemania e intentó incluso la nacionalización italiana, que no cuajó. Tampoco los primeros contactos con la federación española anterior. Sólo después de los Juegos Olímpicos de Nagano 98 y del cambio federativo en España (Luis Algar sustituyó a Segismundo Fraile) los nuevos dirigentes tuvieron la sensibilidad de apostar por él. Su caso no era tan claro como el de las últimas estrellas del atletismo (Niurka Montalvo) o natación (Nina Jivánevskaia), que ya habían ganado medallas para sus países y los trámites legales eran más fáciles. José Manuel Hurtado, el director técnico de la federación española, ha confesado que debieron superar muchas trabas para conseguir su nacionalización por carta de naturaleza, porque Muehlegg no era tan famoso y en su palmarés sólo había como mejores puestos desde sextos a novenos en los últimos Juegos Olímpicos y Mundiales.

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El trato con él fue que le compensaban lo que ganaba en Alemania con una beca como si el diploma olímpico de Nagano lo hubiera ganado para España. Y sólo le pedían como resultado el mismo octavo puesto en los próximos Juegos de Salt Lake City 2002. La sorpresa llegó cuando empezaron los éxitos. Y más aún con su integración absoluta. No sólo está agradecido y feliz, sino que se siente tan español como si hubiera nacido en España.

El propio Muehlegg está sorprendido: "No me lo esperaba. He dado un cambio tremendo. Incluso en la alimentación que es muy importante. Ya no como tantas salchichas ni mantequilla y he adelgazado cuatro kilos. Peso 81 (mide 1,86 metros) y eso se nota para no hundirme tanto en la nieve. Deslizo mejor". A Muehlegg le cuesta aún un poco el español, pero es lo que quiere hablar y no el alemán. Ha hecho progresos enormes, se permite hacer bromas con frases de colegas y ríe continuamente en la conversación. Se le nota feliz. "Sí, estoy muy contento por mí, pero también por la federación, que se ha portado magníficamente conmigo, y por todo. Me siento muy latino. Me gusta el vino, la comida española, la gente... La fiesta también, pero no ahora", matiza, "en abril, cuando termine la temporada". Muehlegg volverá entonces a la residencia Blume y a casa de Gutiérrez, su gran amigo, en Reinosa. Y quizá busque ya piso y ponga en marcha muchos planes: "Quiero tener un patrocinador español para dar más impulso aún al esquí de fondo. Mis éxitos tienen que servir para eso".

Un hermano de Muehlegg fue su representante en los tratos con la federación española y el acuerdo fue muy fácil dada su disponibilidad. Incluso en su contrato se estipula que una vez retirado seguirá como técnico. Desde su incorporación al equipo que entrena el técnico italiano Carlo Petrini, el cambio y la sorpresa vinieron juntos. En la temporada 1998-99, a la espera de su nacionalización, el equipo médico, que dirige Benjamín Fernández, ya se asombró en los primeros estudios al comprobar su enorme potencia no explotada. Y fue aún más sorprendente que se le hacía un seguimiento biomédico por primera vez. Su salida de Alemania, donde se sentía maltratado y desaprovechado, era obligada. Y ha sido rentable.

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