_
_
_
_

Un campeón en ambiente 'colegial'

José Antonio Redolat, oro en los 1.500 metros en Gante, sigue entrenándose en pista de ceniza con sus viejos amigo

Tiene tan pocas pulsaciones en reposo -apenas 32-, que un día que estaba enfermo, la doctora que acudió a su casa a atenderle se asustó muchísimo e insistió en que había que hospitalizarlo. Hasta que los padres le dijeron que José Antonio Redolat es un atleta de primer nivel y su corazón late siempre con la misma parquedad.No en vano, la resistencia es una de las claves del éxito de este joven atleta nacido hace 24 años en Valencia, que mide 1,84 metros y pesa 64 kilos, y que el pasado sábado se consolidó en la élite del mediofondo al proclamarse en Gante (Bélgica) campeón de Europa de los 1.500 metros en pista cubierta. Con esta victoria se ha sacado la espina del europeo del 98, en su tierra, donde no pudo ser finalista. Su padre y primer seguidor, José Redolat, de 53 años, un ex futbolista del Levante de los setenta, está orgulloso de los 500 metros finales de su hijo: "Yendo en cabeza, nunca he visto a nadie que lo pase en los últimos metros".

Si no hubiera sido por el empeño del padre, José Antonio jugaría hoy como central en algún equipo de fútbol. De pequeño le tiraba el balón y llegó a presentarse a las pruebas del Valencia. Pero el padre estaba convencido de que su futuro estaba en el atletismo, porque desde pequeño contaba las carreras por victorias.

La relación entre Redolat y el atletismo se gestó gracias a las Fallas, que toda la familia vive intensamente. Con nueve años empezó a ganar pruebas falleras de 600 metros. Allí conoció al que ha sido su entrenador durante los últimos 15 años, Andrés Mayordomo, un fondista de la época de Mariano Haro que se lo llevó primero al Club Atletismo Campanar y luego al Valencia Terra y Mar.

Redolat ha sido campeón de España de todas las categorías, ha coleccionado tres títulos sucesivos nacionales y uno europeo en pista cubierta, tiene una marca de 3.35 al aire libre y ha sido nueve veces internacional absoluto. Su quinta, la del 76, es una de las mejores, con gente como Estévez y Parra.

Pero su vida apenas ha cambiado. Sigue entrenándose en un "ambiente colegial de mucha camaradería" -en palabras de su padre-, bromeando mientras rueda con los compañeros de toda la vida en una vetusta pista de ceniza en el colegio de los jesuitas, donde estudió la rama Electricidad. Hace tres años, antes de ser un atleta profesional, trabajó un año como electricista en una obra.

Está tan a gusto que no quiere marcharse a la Residencia Blume, en Madrid. Sabe que allí podría entrenarse con atletas de primer nivel, pero si estos 15 años no ha dejado de mejorar y está arropado por su familia, su entrenador y su novia, ¿qué más puede desear?

Pese a sus años en la élite, conserva su nerviosismo en la línea de salida y su timidez: llegó a Gante con la segunda mejor marca mundial del año en sala (3.36.22), pero no se veía favorito. Con todo, su ambición no tiene límite. Al empezar la temporada, tras perderse los 800 metros del Mundial de Sevilla por una lesión, se conjuró con Mayordomo para poner en un aprieto a la Federación, que ya perfilaba a Estévez, Cacho y Díaz para los 1.500 de Sidney.

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_