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Otra maravilla de Mendieta

Un gran gol del medio y otro de Piojo fuerzan la primera derrota del Numancia en casa

NUMANCIA 1 / VALENCIA 2Por encima de otras consideraciones, los goles hermosos sobreviven en la memoria a casi todos los demás lances del fútbol. Durante mucho tiempo se evocará el tanto de ayer en Los Pajaritos de Mendieta, convertido ya en un consumado especialista en goles de este calibre. Esa vaselina corta y cruzada, de una suavidad estremecedora, dejó petrificado al portero del Numancia Núñez nada más abrirse el encuentro. Todo lo demás resultó secundario. Fue, en todo caso, un choque emocionante en el que el Valencia recuperó la fe en sí mismo y el Numancia defendió con honor y coraje el último día de la condición de invicto en su estadio. Antes de jugar el miércoles en el Artemio Franchi ante el Fiorentina, el técnico valencianista, Héctor Cúper, recuperó parte de su maltrecha reputación.Fue el día, además, en que el Piojo y Mendieta, esa pequeña sociedad que tantos dividendos le proporcionó al Valencia la pasada campaña, compareció de nuevo. Primero acudió Mendieta, sin duda el mejor del partido, que suma así su décimo tanto en la Liga. Después el Piojo, que volvió a marcar como solía hacerlo el pasado año: en un contragolpe que arrancó en el centro del campo.

Numancia: Núñez; Belsué, Múñiz, Soria, Octavio; Iñaki (Rubén Navarro, m

63), Castaño, Nagore, Pacheta; Barbu (Ribera, m. 75) y Ojeda.Valencia: Cañizares; Angloma, Djukic, Pellegrino, Carboni; Mendieta, Milla (Björklund, m. 90), Gerard, Farinós; Sánchez (Angulo, m. 73) y Claudio Piojo López. Goles: 0-1. M. 3. El Piojo se interna por el extremo izquierdo, centra y Mendieta para el balón en el área. Observa a Núñez adelantado y le lanza una vaselina perfecta. 0-2. M. M. 59. El Piojo remacha un contragolpe que arrancó en el centro del campo. 1-2. M. 77. Saca una falta Pacheta y cabecea Soria a gol. Árbitro: Daudén Ibáñez. En el minuto 75, expulsó a Goikoetxea por doble amarilla (m. 75) y al suplente Moreau con roja directa. Amonestó a Pacheta, Farinós, Octavio, Iñaki, Rubén Navarro, Muñiz, Soria, Angulo y Cañizares. Unos 10.000 espectadores en el estadio de Los Pajaritos.

El Numancia se entregó como siempre, bombeó con profusión balones al área valencianistas, pero falló en lo suyo: los remates de cabeza. Tan sólo Soria, un ex valencianista, cabeceó con critero y puso el partido de nuevo en el aire.

Previamente, para abrir boca, una pequeña obra de arte. El Piojo se internó por el extremo izquierdo, centró a media altura, controló Mendieta dentro del área -a unos cinco metros a la derecha del punto de penalti-, pensó unas décimas de segundo, observó a Núñez ligeramente adelantado y envió una vaselina maravillosa que lamió el larguero del Numancia. Con ser bellas casi todas las vaselinas, uno las prefiere así: cruzadas -ésta describió una parábola en diagonal- y en espacios reducidos. Es decir, una vaselina corta. De modo que Mendieta, que no es un jugador especialmente técnico, suma uno más a esa colección de goles extraordinarios que adornan su palmarés: se une al zigzagueante de San Mamés ante el Athletic, al latigazo de volea desde la media luna que alcanzó los 115 kilómetros por hora ante el Barça, y al del sombrero de espaldas a toda la defensa del Atlético en la final de la pasada Copa del Rey. Así Mendieta, que se había perdido el partido ante el Madrid por sanción, regresó a la actividad de manera grandiosa.

El gol puso en una situación incómoda al Numancia, que solía gestionar como pocos su imbatibilidad en su estadio. El conjunto que dirige Andoni Goikoetxea apeló a su especialidad: el bombardeo sobre el área contraria y por ahí llegaron sus máximas opciones, sobre todo porque Cañizares se quedaba clavado en la línea de meta. El partido, sin embargo, era del Valencia, más atrevido y alegre que en anteriores ocasiones. Mucho más chispeante. Sobre todo Piojo, que parecía otro.

En un terreno tan estrecho y corto como el de Los Pajaritos, la faceta aérea en el centro del campo adquiere un protagonismo indudable. Y ahí Gerard impuso su jerarquía. Donde no pudo la semana pasada ni siquiera Hierro, tampoco podía ayer Nagore.

El Piojo, que llevaba sin marcar desde el 4 de diciembre, confirmó su compromiso con el choque cuando agarró un contragolpe desde el centro del campo; un pase cruzado de Sánchez que atrapó en la divisoria el argentino y se marchó con poderío hacia el área de Núñez. Cuando le salió el meta uruguayo, el delantero descubrió el agujero justo.

El partido parecía resuelto. Pero sólo lo parecía. Pues para un equipo acostumbrado a luchar hasta la extenuación, siempre queda un rayito de esperanza. El que le dio el central Soria con un espléndido cabezazo. Previamente, el experimentado Goikoetxea había calentado el ambiente tras su autoexpulsión. El público empujó y el Numancia aumentó el bombardeo. El Valencia, no obstante, defendió más adelantado de lo habitual y desde allí frenó sin angustia las acometidas locales. Las mejores ocasiones, incluso, llegaron de parte valencianista.

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