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Zárate vuelve a rescatar al Madrid

Los madridistas eliminan al Mérida en la prórroga tras un pésimo y agónico partido

José Sámano

El Madrid dejó patente que la mutación experimentada en los últimos tiempos es exclusivamente numérica. Sus cifras engordan -tercero en Liga y semifinalista en Copa-, pero su juego no está a la altura. Se podrá sostener, eso sí, que no desentona en este tostón de temporada, en la que un extraño virus ha infectado a la rimbombante Liga de la estrellas. Lo mismo da que sea Liga, Copa o Mundialito. El calendario estrangula -300 minutos han jugado los madridistas en los últimos seis días-. También inciden, y no en menor medida, otras cuestiones: se ha debilitado el compromiso y se ha perdido el buen gusto. Hoy nadie quiere acunar la pelota, que ya no es el sustento primordial de este juego, sino un maldito engorro. Y los grandes deben tirar del carro, porque su efecto mimético es mayúsculo.La cita copera mostró la peor versión del Madrid. Un pelo pusilánime cuando tampoco anda sobrado de recursos, máxime en tiempos de apelotonamiento en la enfermería. Al inicio, Del Bosque, un entrenador extraordinariamente sensato, resguardó en el banco a Meca y Zárate, los chicos que han inflado la cuenta de resultados en los últimos tiempos. No son ellos quienes deben aupar el escudo. Y tampoco están en condiciones de soportar exigencias físicas anormales. Del Bosque ha calculado las libranzas al dedillo: en una semana tan sobrecargada sólo Roberto Carlos y Redondo -que no jugarán en Valencia por sanción- han acumulado todos los minutos. Ayer, llegó el turno de Illgner, Karembeu, Iván Campo, Helguera, Dorado... Jugadores con enormes dificultades para encontrar su sitio dentro de un equipo que se mueve a empujones del azar.

MÉRIDA 2REAL MADRID 1

Mérida: Nuno; Mariano (Cortés, m.111), Unai, De Quintana, Pablo Alfaro; César (Leonardo, m.102), Marcos, Pedro, Tal (Álex, m.104); Sinval y Prieto.Real Madrid: Illgner; Michel, I.Campo, Helguera, R.Carlos; Karembeu (Ognjenovic, m.58), Redondo, Sanchis, Dorado (Meca, m.99); Guti; y Morientes (Zárate, m.42). Goles: 1-0. M.41. De Quintana. 1-1. M.103. Zárate. 2-1. M.118. Prieto. Árbitro: Iturralde. Amonestó a Tal, Mariano, Marcos, Sinval, Cortés, Redondo y Roberto Carlos. Unos 12.000 espectadores. El sorteo de las semifinales se celebrará el día 25.

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Con este perfil el Madrid acudió a la cita con pocas ganas de pelea, con idea de evitar más rasguños innecesarios. De entrada logró su objetivo y dejó al Mérida en la sala de espera. Mirando de reojo las intenciones de su majestuoso rival. Pero no había ninguna y los extremeños poco a poco dieron algún que otro arreón. Corto de exquisiteces el equipo de Segunda y trabado, confuso y cansado el Madrid, el choque derivó hacia el esperpento.

El gran disparate ocurrió hacia la media hora de juego: en un centro lateral, sencillo, al área de Illgner, Salgado la dejó muerta de forma calamitosa, Sinval se hizo un nudo e Iván Campo pegó un espinillazo para ganar un córner. Un retrato de lo chusco del encuentro. Sometido a los animosos arrebatos a toque de tambor de los emeritenses, por momentos el Madrid se sintió apesadumbrado, con ocho jugadores siempre por detrás de la pelota. En medio de la tunda llegó el gol local en un tercer saque de esquina consecutivo. Un gol muy propio del partido: un barullo, un tiro raso de De Quintana desde de la línea de portería, la pelota que atraviesa un mural de piernas, rebota en Illgner y adentro.

El tropezón presumía un envalentonamiento madridista. Nada. El equipo está sin fuerzas. Y con el ánimo justo. Además, carece de una idea concreta del juego, supeditado a la ruleta, no a un proyecto común. Sólo así se entiende su falta de respuesta, porque en ningún tramo del partido tuvo cierto vuelo. La encomiable voluntad de Redondo y Guti quedó rebajada por Karembeu y Dorado, superados en los costados. Sobre todo el francés, que cada día lo hace peor. Es un caso perdido, si es que alguna vez fue lo contrario.

El Madrid tardó una hora en medir a Nuno, el portero rival. Lo hizo Dorado, que empezó de interior por la izquierda y acabó a espaldas de Roberto Carlos, que se plantó ante el meta portugués tras un gran pase de Guti. En realidad, el único toque sutil en toda la noche. Ahí terminó todo el repertorio blanco. En la otra orilla sólo cabía que el Mérida exprimiera su ímpetu. A punto estuvo de conseguirlo Prieto, pero su pifia final mandó al Madrid a la prórroga. Pésima noticia cuando no hay depósito, pero en medio de la asfixia surgió su ángel de la guarda: Zárate, el quinto o sexto delantero de la plantilla. Se cuadró en la esquina del área, metió la rosca y a la red. Una fotocopia del gol que hizo el sábado al Málaga. Suficiente para rescatar al Madrid, favorecido como nunca por la tómbola que domina el fútbol español.

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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