Liberarse
El Betis es el séptimo equipo que le gana al Barça esta temporada en la Liga (dos veces lo hizo el Alavés), cuando se llevan cinco partidos de la segunda vuelta en los que los azulgrana sólo han recaudado cinco de los 15 puntos en litigio. De la actuación del equipo barcelonista se desprende que Van Gaal no ha conseguido cerrar ninguno de los conflictos que ha ido abriendo a lo largo del año con su manera de proceder.Nunca resolvió el principal, el que afecta al dibujo, pues siempre amagó con alinear tres defensas para acabar jugando con cuatro y sin libre, un dispositivo demasiado cómodo a tenor de la inversión futbolística del club. El capital futbolístico del plantel, sin embargo, tuvo más peso que las dudas del entrenador, especialmente tenaz en los dos primeros años, saldados con dos Ligas y dos fracasos europeos.
Es pronto todavía para aventurar qué sucederá en el tercero en curso, pese a que la realidad y las perspectivas juegan en contra del técnico, que ha añadido dos contenciosos al debate ya permanente sobre su filosofía del juego. Van Gaal ha exigido la rendición de Rivaldo, porque fue el primero en informar de su rebelión, y ha salido malparado de su desencuentro con Guardiola, el capitán, que al tiempo ha perdido autoridad.
Xavi ha llegado al mismo punto que Guardiola en su día: a la que le tapan, el Barça se queda sin salida y en inferioridad numérica en la divisoria, como demostró el Betis, que jugando con uno menos salió airoso del choque. De Rivaldo apenas hay noticias desde que recibió el Balón de Oro en plena reyerta con el técnico y el presidente. Le ha abandonado la polémica y también el gol. La incorporación de Figo tampoco ayudó ayer a resolver el problema: el equipo se quedó tieso en el campeonato.
El asunto consiste en saber por qué los futbolistas que marcaron diferencias han perdido capacidad de decisión y pasan a formar parte de un colectivo domesticado. El sistema ha devorado al talento para escarnio de una hinchada que no se explica cómo se puede encajar un gol de córner con los once futbolistas del equipo defendiendo la portería de Arnau. Ito retrató al Barça a la salida de un saque de esquina de la misma manera que Alfonso provocó una sana envidia entre los aficionados barcelonistas que desertaron del Camp Nou el día que echaron a Cruyff de tan mala manera que aún no han cicatrizado las heridas.
Rivales de cualquier pelaje se atreven hoy con el Barça, que ha perdido fiabilidad y también autoestima, porque los propios futbolistas entienden que el entrenador ha vulnerado el principio de igualdad. Abelardo, por ejemplo, ha sido sustituido en los dos últimos partidos sin venir a cuento, y Puyol ha perdido la titularidad en una decisión difícil de argumentar. Tiene el equipo azulgrana tics que delatan un estado compulsivo, como los balonazos a deshora en busca de un empate miserable, y el entrenador ofrece signos de inestabilidad, pues ayer, por primera vez se metió con el árbitro.
La tensión acumulada juega en su contra, y para ejemplo el del Betis, un equipo que ayer fue respetuoso con su manera de entender el juego y con la forma de ser del entrenador. No es casualidad que Alfonso se reencontrara con su regate, con el gol, frente al Barça. El delantero centro fue respetuoso con las leyes naturales del juego. El marco del partido invitaba a actos como el que protagonizó cuando sentenció el choque. Alfonso se sintió liberado y, al tiempo, responsabilizado para reanimar al Betis y tumbar al Barça. Su gol resume el estado de ánimo de los dos equipos.
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