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Empate a todo en San Mamés

Athletic y Mallorca malgastan su penalti y marcan como castigo al fallo del contrario

ATHLETIC 1-MALLORCA 1La historia del partido comenzó media hora antes de que lo decidiera el árbitro Esquinas Torres. El público inició sus lecturas particulares cuando las informaciones radiofónicas anunciaban la suplencia de Julen Guerrero. Luis Fernández había decidido zanjar las críticas sobre sus continuas sustituciones sentándole en el banquillo de los suplentes. Una decisión tan contundente como problemática. El Athletic perdió en profundidad y ganó en polémica. Desde ayer, se puede hablar de caso Guerrero.Conocida la intrahistoria, el partido quedó marcado por las situaciones sorprendentes. Por ejemplo, en un minuto, creó un héroe y un villano. El primero Leo Franco, que detuvo un penalty (m. 21) mal lanzado por Larrazabal; el segundo Felipe, que habilitó, sesenta segundos después, el gol de Diego Tristán en una cesión inefable a su portero, que la redondeó, dejando pasar el balón para evitar la expulsión subsiguiente a lo que hubiera sido mano. Fue gol.

Athletic: I

Etxeberria; Lacruz, Carlos García, Ferreira, Larrazabal (Tiko, m. 60); Felipe (Javi González, m. 87), Urrutia, Alkiza (Guerrero, m. 60); J. Etxeberria, Urzaiz y Ezquerro.Mallorca: Leo Franco; Olaizola, Siviero, Nadal, M. Soler; Armando, F. Soler, Engonga, Serrizuela; Carlos (Novo, m. 88) y Tristán. Goles: 0-1. M. 22. Felipe cede mal a su portero y Tristán marca. 1-1. M. 65. Ferreira cabecea un saque de esquina de Guerrero. Árbitro: Esquinas Torres. Amonestó a Armando, Leo Franco, Olaizola, Felipe, Miquel Soler y Fernando Vázquez. Unas 30.000 personas en San Mamés.

El partido tenía las cartas marcadas: dos guardias de seguridad por cada extremo, mucha presión y velocidad vertiginosa. Incluso Luis Fernández optó por Felipe (el sustituto de Guerrero) para frenar a Soler, pero el jugador catalán, a sus 35 años, se bastó y sobró para controlar a Etxeberria y sembrar el terror en el área del Athletic. A sus pies, Felipe y Lacruz, sus guardianes, no superaron ni un control de principiantes. Tristán y Carlos, dos futbolistas que hacen de la movilidad su arma de combate, bastaban para llenar de dudas a un rival que a acostumbra a jugar con atolondramiento.

El Athletic tocó a rebato, pero su actitud es tan econmiable como indescriptible su impericia técnica. Cada centro es un atentado a las nubes o un escarnio al césped que suele invalidar lo anterior; cada remate, un ejemplo de que no existe el goleador.

El Mallorca decidió gestionar el fútbol con economía de argumentos. Tanto guardó, que incluso provocó el gesto antideportivo de la jornada: consiguió un penalty por no echar el balón fuera (Etxeberria había sido golpeado por Soler) y Tristán lo devolvió a las nubes. A los dos minutos, Ferreira conseguía el empate. Más que fútbol, parecía la consulta de un visionario. El penalty, convertido en una superstición negativa. Todo un síntoma de la calidad individual desparramada por San Mamés. Toda una invitación al empate a todo: a penalties malgastados, a goles como venganzas, a entrega absoluta, a confusión, a falta de argumentos.

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