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Tribuna:LA PRECAMPAÑA DEL 12-M
Tribuna
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Mihi uero uidetur: La esperanza de los pactos

Me gusta que personas como Lis, miembro del PP, con buenas dotes parlamentarias y que responde con vigor las propuestas que le llegan de la oposición, se preocupe con tanto énfasis del pacto PSOE-IU. En sí es ya un buen síntoma para la izquierda que los que gobiernan en estos momentos estén permanentemente descalificando y minimizando lo que ha constituido una nueva ruta para dos fuerzas políticas que hasta ahora han estado distantes y, en ocasiones, contrapuestas. Eso indica que la iniciativa política está en la izquierda y los otros van contracorriente, recurriendo a expresiones trasnochadas y ya periclitadas como la de "social-comunistas", o, en una versión menos estridente, aluden a la inconveniencia para el PSOE porque éste perdería apoyos por el centro, de las clases medias urbanas que estarían asustadas al ver ministros comunistas en el gobierno de España. ¿Acaso no podría ser un buen ministro Ríos sin necesidad de compararlo con Matutes o Arias Salgado?Entramos en un periodo de reconversión y reflexión como ha ocurrido en Italia y Francia, donde las fuerzas de izquierda gobiernan y no han puesto en cuestión ninguno de los temas fundamentales que en estos momentos se barajan en la Unión Europea. También les preocupa a los populares la falta, a su juicio, de programa y auguran que todo será un desastre si acaban por gobernar juntos: subida de la inflación, pérdida de puestos de trabajo, aislamiento europeo, etc (argumentos que me hacen recordar los temores de Fraga cuando ganaron los socialistas en 1982), porque, como apunta Lis, "el discurso está en otro sitio". No sé si se estará refiriendo a que los populares de Austria han preferido pactar con la extrema derecha y no repetir con los socialdemócratas (y hay que alegrarse de que el PP haya criticado junto con otros partidos similares de Europa tal coalición), o al rápido pacto que hizo en 1996 con el PNV y CiU para asegurar la investidura de Aznar siendo que en aquella campaña electoral -como la actual- habían considerado a los nacionalismos un peligro para España y en ningún momento se hiciera alusión en el programa del PP a posibles pactos con dichas formaciones políticas. ("Pujol, enano, habla castellano" gritaban las huestes concentradas en los alrededores de la calle de Génova en marzo de 1996). Lo importante, entonces, era desalojar a los socialistas de la Moncloa a costa de lo que fuera, sin reparar en programas, y ahora, curiosamente, afirman que el único motivo que impulsa al PSOE es tirar al PP, sin ninguna propuesta coherente de gobierno.

Si hablamos de lo que se promete y lo que se hace, el PP no es un modelo de comportamiento. Sus propuestas hacían hincapié en que se nombraría a un profesional independiente en la dirección de RTVE, y ahí teníamos a un militante del PP que era además diputado y no precisamente caracterizado por su eficacia y moderación. ¿Dónde están las promesas de recortar los cargos de la Administración para, según decían, ser más comedidos en el gasto público? ¿Qué se ha hecho de aquel compromiso de no nombrar a ningún político del PP en los consejos de administración de las empresas públicas? ¿Qué ha pasado con aquel control quincenal que personalmente haría Aznar para evitar las desviaciones presupuestarias? El PP tiene un discurso contrapuesto a su comportamiento: afirman con rotundidad una cosa y al mismo tiempo hacen lo contrario

En esta ocasión las cosas se han producido de manera diferente: ha habido unos puntos programáticos discutidos durante varios días sobre los cuales basar un modelo de gobierno progresista. No se trata de fagocitar a nadie ni de ganar un partido de fútbol, es una propuesta coherente que respeta la autonomía de ambas organizaciones, y no como hace el PP con UV.

Desde la perspectiva de Lis hay un tiempo anterior al euro y otro posterior, más o menos como si pasáramos de la Edad Media a la Moderna, como si la historia estuviera predeterminada -¿restos de un marxismo mecanicista?-. Se olvida que los gobiernos del PSOE encauzaron la integración en Europa y abrieron el camino del euro y son actualmente los socialdemócratas alemanes, franceses, italianos y británicos quienes están guiando la configuración de la Unión Europea con políticas que impulsan una mejor redistribución presupuestaria para los sectores más desfavorecidos y para que las diferencias entre regiones se reduzcan. Nadie cuestiona a Jospin por haber desempeñado en el pasado diferentes responsabilidades de gobierno cuando aún el euro estaba en mantillas. ¿Alguien puede dudar que en la actualidad el primer ministro francés contribuye a asentar la Europa del euro? ¿Ignoran acaso que el gobierno de izquierdas de Jospin ha hecho que Francia tenga un déficit menor que el de España?

Un gobierno progresista formado por gente del PSOE y de IU, o con el apoyo de ésta, favorecerá a unos colectivos que se han visto marginados en la distribución presupuestaria, ampliará las libertades políticas y practicará una cultura más acorde con las vanguardias, sin que por ello se derrumbe nada ni se altere ningún principio constitucional. En un sistema democrático ganar las elecciones, con los pactos que los grupos parlamentarios decidan, depende de las voluntades políticas libremente expresadas. ¿No se acuerda Lis que en algunos municipios PP e IU gobiernan juntos y no ocurre nada?

Javier Paniagua es profesor de la UNED.

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