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El Rayo desnuda al peor Celta

Un golazo de Ferrón hace justicia al gran juego de los vallecanos

No le tiembla el pulso al Rayo. Podrá naufragar de vez en cuando, siendo como es un equipo que no ha sido creado para grandes empresas. Pero sería mezquino negar que sigue mostrando un gesto espléndido. Ayer, en Vallecas, dejó en cueros al Celta, un equipo sorprendentemente pequeño. Marcó un gol soberano, de esos que rozan la perfección, y no marcó más porque el Rayo tiene permitido jugar bien, incluso muy bien a ratos, pero parece tener prohibidos los excesos goleadores.Minimizado se fue el Celta de Vallecas y lo extraño es que no se fuera humillado. Porque hizo lo imposible por conseguirlo. Nadie mejor que Karpin representa el sentimiento de un equipito cuyo fútbol, ayer, dio grima. Karpin dimitió desde el pitido inicial. Se hizo invisible para todo aquello relacionado con el fútbol, que no para protestar, una y otra vez, hasta que se llevó una amarilla, lo que no impidió que siguiera, erre que erre, al dictado de esa guerra fría que parece tener con los árbitros, que le persiguen, dice, por su pelo rubio, quizá.

RAYO VALLECANO 1CELTA 0

Rayo Vallecano: Keller; Cota, Clotet, Hernández, Alcázar; Ferrón, Helder, Draper (Van den Bergh, m.65), Llorens; Michel I (Pablo Sanz, m.76); y Canabal (Poschner, m.87).Celta: Pinto; Velasco, Cáceres, Sergio, Vivas (Belmadi, m.71); Karpin, Giovanella, Makelele, Revivo (Gustavo López, m.56); Hoogendorp y McCarthy. Goles: 1-0. M.26. Alcázar habilita a Llorens por la banda izquierda y éste centra largo, al lado contrario, donde se encuentra Ferrón, que sin parar empalma una volea espectacular que se cuela cerca del poste derecho de Pinto. Árbitro: José Japón Sevilla. Amonestó a Llorens, Helder, Velasco, Sergio, Giovanella y Karpin. Unos 12.000 espectadores en Vallecas. Camacho, seleccionador nacional, y Pirri, director general del Madrid, estuvieron presentes en el palco. Poschner volvió tras dos meses y medio de baja.

Pero el partido no será recordado por lo que no hizo Karpin, jugar al fútbol, sino por el juego del Rayo y por el golazo de Ferrón, que cazó el centro de Llorens y la pegó con todo, sin pensárselo, inventándose una volea de ensueño que resume a la perfección el discurso emitido ayer por el Rayo. No estaba Luis Cembranos, el ideólogo habitual de este equipo, pero su papel lo representó divinamente Michel, que bajó siempre la pelota y de cuyas botas no salieron más que buenas noticias.

Le faltó al Rayo más pegada, lo que no sorprende en un equipo en cuya nómina no hay goleador alguno. Pero su talante resultó admirable, con Alcázar agigantado en defensa y Ferrón llenando de virtudes la banda derecha. Y como bien podría ocurrir que Helder siguiera a estas horas corriendo, pues no debe extrañar que el Rayo enseñara todas y cada una de las carencias del Celta, que no disparó a puerta hasta el minuto 69 y que, si se pone a buscar excusas, quizá se agarre con fuerza a aquella tan manida de lo pequeño que es este estadio, cuando lo más pequeño que ayer se vio en Vallecas fue el fútbol del Celta.

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