El Alavés desenmascara al Barça
El Camp Nou despide a los azulgrana con una pañolada por su mal juego y su incapacidad para remontar un gol de Nan Ribera
No hizo falta ni esperar al final. El partido moría ya en el descuento y el Camp Nou estalló en una descomunal pañolada. El Barça se rompió ayer en mil pedazos. El batacazo se intuía desde hacía tiempo. Los azulgrana habían encadenado una docena de partidos sin perder a cambio de una altísima factura: dejó en el camino su personalidad, el toque, hombres claves en la grada y una filosofía de juego. Todo para no encajar goles a costa de no encontrar la portería contraria, su mejor don en toda una década. Mané entendió la crisis de valores del Barça y le bastó un gol de Nan Ribera para desenmascarar la última trayectoria azulgrana.Van Gaal podrá decir que tanto Ronald de Boer como Kluivert enviaron dos balones al poste tras el descanso pero ayer volvió a reflejarse que este equipo sufre una abrumadora falta de remate. Salvo el día de la Real, los azulgrana han sufrido este año para ganar en casa al Almería (un rival de Segunda B al que metió dos goles en el descuento), al Racing (defendió como oro en paño un gol de Rivaldo) y no supo batir al Ourense en la Copa (otro equipo de Segunda B). Y en los últimos cuatro partidos de Liga solo ha metido dos goles.
BARCELONA 0ALAVÉS 1
Barcelona: Arnau; Puyol, Abelardo (Bogarde, m.46), Reiziger, Zenden; Lítmanen (Ronald de Boer, m.46), Xavi, Cocu; Simao (Dani, m.67), Kluivert y Rivaldo.Alavés: Herrera; Morales, Dan Eggen, Téllez, Torres Mestre; Desio, Pablo Gómez; Nan Ribera (Astudillo, m.59), Azkoitia, Ibón Begoña (Magno, m.82); y Javi Moreno (Kodro, m.70). Gol: 0-1. M.15. Javi Moreno da una asistencia por el centro a Nan Ribera que se escapa solo y bate de disparo raso a Arnau. Árbitro: José Luis Prados García. Amonestó a Eggen, Téllez, Puyol y Desio. Unos 50.000 espectadores en el Camp Nou.
Los antecedentes no acompañaban. El Camp Nou acogió el partido con cierto estremecimiento. Más que sobre el liderato, existían dudas razonables sobre la capacidad del Barça para batir al Alavés. Nan Ribera cristalizó ese presentimiento. El propio Van Gaal ya había expresado que temía al Alavés por su disciplina táctica, su orden defensivo y su capacidad de concentración. Exactamente lo que sucedió. El Barça empezó, como tantos otros días, el día con el reloj parado. Es esta una historia ya muy vista. El balón pasa de la defensa a Xavi, luego a la derecha, luego a la izquierda y a esperar que Rivaldo encuentre un punto de inspiración desde su odiada banda izquierda o a que aparezca Figo. Pero el portugués cumplía ayer sanción y ese norte no sólo se perdió sino que encima se invirtió. Torres Mestre campó a sus anchas por esa banda.
El Alavés, un hábil recaudador de puntos fuera de Vitoria, se plantó sin complejos. Su medio del campo se tragó al del Barça. Xavi se mostró más cohibido que nunca y Desio, Nan Ribera e Ibón Begoña presionaron desde muy arriba. El Barça se acongojó, fue reculando y empezó a mirar más a Arnau que a Kluivert ante la desesperación de la grada. En una de esas absurdas asistencias llegó el gol. Javi Moreno, un joven salido de La Masía, dio una asistencia a Nan Ribera que, de forma impecable y de un chut raso confirmó la sospecha y batió a Arnau. El Alavés no se conformó con eso y fue a por más. Los papeles se intercambiaron: se adueñó del balón y se comió el área del Barça. Desio, en dos ocasiones, de chut lejano, Ibón Begoña y Javi Moreno estuvieron muy cerca de golear. Y especialmente Azkoitia, que se rifó a Reiziger, aunque fracasó ante Arnau.
Apenas ofreció nada el Barça. Sólo tres chuts. Incapaz de crear ocasiones, nunca se le vio empaque para remontar. Van Gaal retocó a su equipo tras el descanso dando entrada a Ronald de Boer por un ausente Lítmanen, y a Bogarde por Abelardo, el mejor bastión de su defensa y la víctima de ayer. No había tiempo esta vez para la mofa de otros días. El resultado apremiaba. El Barça apretó pero con la mirada desviada. Ronald envió un balón al poste y Kluivert le imitó después. Pero el Alavés se defendió con orden y vivió de su gol. El público, convencido de que no había remedio, despidió al Barça a la ducha con una pañolada.
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