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El Gobierno chino prevé un crecimiento económico del 7,1% para este año

El Gobierno chino prevé un crecimiento económico del 7,1% para el año 2000, objetivo que alcanzará gracias a un ambicioso plan de inversiones estatales, explicaron ayer fuentes oficiales. Para alcanzar este crecimiento, China continuará invirtiendo en infraestructuras, al igual que en 1998 y 1999. En el último año, el Gobierno ha invertido más de dos billones de pesetas, que reportaron dos puntos porcentuales al crecimiento económico.

"Dada la actual coyuntura, podemos mantener el ritmo de crecimiento alcanzado en 1999. No será difícil", declaró Zeng Peiyan, ministro responsable de la poderosa Comisión Estatal de Planificación y Desarrollo. Este año, Pekín continuará con su ambicioso proyecto, consistente en mejorar infraestructuras de transporte y servicios en las regiones menos desarrolladas del país. En 1999, el Gobierno chino emitió bonos del tesoro por valor de unos 25.000 millones de dólares (más de cuatro billones de pesetas), la mitad de los cuales ya han sido invertidos en unos 5.000 proyectos diferentes, que reportaron dos puntos porcentuales al crecimiento de la economía.

Respecto a las exportaciones, Zeng se mostró optimista, ya que China cerró el año con un crecimiento del 6,6% en ventas al extranjero, equivalente a 30.000 millones de dólares estadounidenses (4,8 billones de pesetas). "No hay ningún motivo para devaluar el yuan", dijo Zeng, que además se felicitó por el incremento de las reservas de divisas, que alcanzaron en 1999 una cifra récord de 154.675 millones de dólares (24,9 billones de pesetas), 9.716 millones de dólares (1,6 billones de pesetas) más que en 1998.

El estancamiento de la demanda doméstica es el principal problema de China, donde los precios no dejaron de bajar en los últimos dos años (un 1,3% en 1999), según reconoció el ministro. Los chinos, que ahorran de media un 30% de su salario, no confían en la actual situación económica y temen que la reestructuración del sector público provoque un aumento del desempleo y de las jubilaciones, por lo que no se deciden a gastar.

Incrementar la confianza, mejorar los ingresos y gravar impuestos sobre los ahorros bancarios son algunas de las estrategias del Gobierno chino para lograr que los ciudadanos gasten. Zeng animó, además, al sector privado a situarse en la vanguardia de la innovación y del dinamismo económico chino, prometiendo que el Gobierno "fomenta activamente la inversión privada".

El alto funcionario anunció que el Gobierno "eliminará todas las regulaciones restrictivas y discriminatorias que no son buenas para el desarrollo de la inversión y la economía privada, en impuestos, uso de la tierra, fundación de empresas e importación y exportación".

Zeng añadió que, "a excepción de las áreas vinculadas a la seguridad nacional y de las que requieran monopolio estatal", Pekín fomentará el papel de la industria privada, "importante componente" de la economía socialista con características chinas.

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