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Pantani superó a Induráin en el Giro con un 54% de hematocrito

Carlos Arribas

El Giro de 1994 fue duro para Miguel Induráin. Por primera vez desde su eclosión en el Tour 91, el gran ciclista navarro no ganaba una gran ronda en la que participaba. El ganador del Giro del 92 y del 93 terminó tercero. Le superaron dos corredores sorprendentes, nacidos en 1970. Eugeni Berzin, del que nunca más se supo, y Marco Pantani, que alcanzó la gloria en el 98. Para muchos, se empezaba a apagar una estrella, la de Induráin. La realidad era otra.

El fiscal Pierguido Soprani sigue apretando las teclas justas y el ordenador de Francesco Conconi, uno de los gurus de la preparación física las dos últimas décadas, sigue emitiendo informaciones preciosas para una revisión de la historia del deporte en los años 90. La historia del ciclismo también. La verdad, parece, habrá que buscarla en las múltiples investigaciones que siguen los fiscales de media Italia y en las que están implicados deportistas, médicos y dirigentes. Los documentos que valen, resulta ahora, no serán las clasificaciones generales de las carreras, sino las tablas con las variaciones semanales del hematocrito de los deportistas. Del de Pantani, por ejemplo.El hematocrito (porcentaje de glóbulos rojos en la sangre) de una persona no es un valor que fluctúe enormemente, más allá del 10%, a menos que medie una enfermedad. El de Pantani y el de decenas de otros deportistas de alto nivel, según los datos vomitados por los archivos hayados en el disco duro del ordenador de Conconi, eran una excepción. Sus variaciones, que en algunos casos alcanzaban el 40% en un año, eran, además, curiosas: el mayor nivel ocurría cuando el deportista estaba involucrado en una competición. El menor, en los meses de vacaciones. Más curiosidades: en deportes de resistencia (y el ciclismo es el deporte de resistencia por excelencia) un valor superior de hematocrito equivale a una mayor oxigenación de la sangre y, por lo tanto, de los músculos; equivale a más resistencia.Y la última, y no menor, de las curiosidades: el único método que permite las fluctuaciones es el dopaje sanguíneo, que en los años 90 tiene un solo nombre: eritropoietina (EPO).

Marco Pantani tenía un hematocrito del 40,7% en marzo de 1994; el 23 de mayo, en el Giro en que quedó segundo e Induráin tercero, era del 54,5%; el 13 de junio, el día siguiente al final de la carrera italiana alcanzó el 57,4%.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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