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Un consejero que ha sabido atraer la atención pública

Alejandro Bolaños

Que Paulino Plata no se arredra ante sus adversarios es evidente. De hecho, cuanto mayor relieve tiene su rival en la arena política más se crece el consejero de Agricultura, cuyas intervenciones públicas se miden por el peso de sus antagonistas: Loyola de Palacio, Franz Fischler, Jesús Posada, Asaja...El ensayo general de lo que ha sido un impacto creciente en los medios de comunicación se esbozó en los escarceos previos a la reforma de la Organización Común de Mercado (OCM) del aceite de oliva; entonces, aupado por un inusitado consenso en el sector y en el arco parlamentario entabló un frenético enfrentamiento dialéctico con la anterior ministra de Agricultura por la posición de España en las negociaciones comunitarias. Al comisario europeo, Franz Fischler, también le dedicó agrias palabras, aunque el austriaco se hizo el sueco.

Sus airadas intervenciones fueron ganando minutos en los informativos de radio y televisión y papel en los periódicos, y le han convertido en unos de los consejeros más populares del gabinete de Chaves. Su marcado instinto político vaciló con el nombramiento de Jesús Posada como nuevo ministro de Agricultura: durante unos meses tragó con las declaraciones de consenso realizadas por el recién llegado, pero el propio sector le sacó de su engaño: con Posada, la virulencia ha bajado, pero la iniciativa política del Ministerio se ha visto reducida al mínimo. Las asociaciones agrarias no ocultan que echan de menos el activismo de De Palacio.

El acusado perfil político de la gestión de Plata (que como sus antecesores, carecía de conocimiento previo en el sector) ha marcado los límites del diálogo con el sinfín de asociaciones agrarias y pesqueras que son atendidas por los técnicos de su departamento y por él mismo. El consejero, consciente del valor público del consenso, no ha eludido sentarse a la mesa con cualquier asociación, pero, curiosamente, ha fortalecido a Asaja-Andalucía como su oposición más directa y efectiva. Las caceroladas, tamborradas y manifestaciones de este grupo, que Plata identifica como "la patronal agraria", han sacado de quicio más de una vez a un consejero acostumbrado a la dialéctica más enconada.

Plata, incluso cuando se expone a la lupa pública, hace gala de un caracter socarrón y bromista que le reconocen sus más íntimos rivales. Su imitación del habla marroquí es legendaria y en sus relajados desayunos informativos siempre cuelga el cartel de "no hay billetes". El consejero no pierde ocasión para ensalzar las virtudes del mollete de Antequera, población malagueña de la que fue alcalde por el PSOE durante siete años.

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