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EL PERFIL

FRANCISCO GARRIDO La estabilidad de un hombre múltiple

Francisco Garrido, sin dejar de ser el mismo, fue hasta 1991, Francisco Andrade y unos pocos años antes el belga René Hermans. Fue una modesta emulación del misterio de la Santísima Trinidad. El portavoz de Los Verdes de Andalucía, que ha impulsado la alianza electoral con el PSOE y el abandono de Izquierda Unida, es pese a tales transformaciones un sujeto ideológicamente estable. Esta fidelidad también abarca la barba, el pelo corto y revuelto, la vestimenta oscura y un aire entre irónico y descreído que le ha permitido, por ejemplo, negociar con los socialistas pero con la convicción de que jamás los ganará por completo para la causa verde.

Cada mudanza de su personalidad está ligada a un pasaje de su biografía. Francisco Garrido nació hace 41 años en Sevilla, cerca de la Alameda de Hércules, hijo de un oficinista vinculado con una saga de marinos mercantes y una madre de una familia jornalera de Marchena. Con 16 años, siendo delegado de curso en el colegio de San Isidoro de Sevilla, fue detenido por primera vez, pero esta circunstancia, y su posterior vinculación con las Juventudes Comunistas y los partidos nacionalistas andaluces, no le impidió continuar siendo Francisco Garrido.

El acontecimiento que le obligó a mudar la personalidad ocurrió en 1980 cuando desertó como soldado del regimiento Pavía Dos en la Línea de la Concepción. El Ejército dictó una orden de busca y captura que le llevó a huir a Gante, la ciudad belga donde nació Carlos V. Esa experiencia le supuso entrar en contacto con los grupos alternativos europeos y un empleo, en un comedor universitario, como clasificador de basura reciclable.

En julio de 1981 se transformó en René Hermans, una trámite necesario para cruzar la frontera española sin contratiempos con la justicia militar. Como Hermans se casó con Eugenia, con la que tiene dos hijos adolescentes. Los casó un cura obrero en Sevilla. Luego se mudó a Granada, donde despidió de monsieur Hermans y adoptó la personalidad de Francisco Andrade.

Andrade se matriculó en Filosofía e incluso inició una tesis sobre el pensador escolástico Francisco Suárez que años después, cuando de nuevo recuperó la identidad de Francisco Garrido, cambió por una más coherente con sus debilidades medioambientales: la ecología política. Este Andrade salió durante años como nazareno en la cofradía sevillana de El Cachorro, con su cirio y su cruz. El último Garrido ha seguido la tradición cofrade de su sosias. Es otra de sus fidelidades.

A comienzos de los noventa fundó en Granada el movimiento Ciudad Alternativa, que concurrió a las elecciones municipales, con Andrade a la cabeza. A partir de entonces, coincidiendo con la caducidad de la orden de busca y captura, Andrade se fue disipando y se convirtió en Garrido, un joven profesor de Derecho Natural que en la actualidad es titular de una plaza en el departamento de Filosofía del Derecho, Moral y Política en la Universidad de Jaén.

En 1993 Garrido fue elegido portavoz en el congreso de unificación de los verdes españoles y candidato al Congreso por Madrid. No salió. Su candidatura obtuvo algo menos del 1% que, bien mirado, representó un número notable de votos.

Los Verdes de Andalucía iniciaron poco después su acercamiento a Izquierda Unida, hasta el punto de incluir la denominación en el título político con que la coalición concurrió a las elecciones autonómicas. Este hecho, cuando se produjo el desencuentro con los dirigentes de IU, provocó un largo y airado enfrentamiento que ha acabado en los tribunales. Los Verdes aún no se resignan a recuperar el derecho exclusivo de su denominación pese a la resistencia de sus antiguos socios.

Francisco Garrido, como portavoz de Los Verdes, inició hace dos meses las negociaciones con José Caballos para lograr una alianza electoral con el PSOE para el próximo mes de marzo. Más de un 70% de la asamblea ecologista apoyó la propuesta. Los Verdes aspiran a la viceconsejería de Medio Ambiente, en caso de triunfo, y a que el Parlamento apruebe en los próximos cuatro años una quincena de leyes que consideran decisivas para paliar, o detener en ciertos casos, el deterioro del medio natural.

Francisco Garrido, en cambio, a título personal, no desea nada. Pese a las invitaciones de Caballos para que se incorpore a la candidatura de Sevilla, y poner una nota de color entre los representantes de la fotografía de la tortilla, que copan la parte alta de la lista, ha preferido mantenerse al margen. El rechazo a formar parte del Parlamento andaluz no significa, sin embargo, falta de compromiso ni de valor. Hace un par de semanas denunció a Cajasur por irregularidades. Garrido se dejó fotografiar con dos mamotretos de fotocopias de aspecto mineral delante de la fachada del Banco de España.

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