El Barça se niega en Almería

No va el Barça. No puede. Ni le dejan. No sólo le han perdido el respeto, sino que es motivo de escarnio. Ningún equipo se había negado tanto como los azulgrana, incapaces incluso de ganar ayer con el equipo titular a un rival de Segunda División B en la Copa. Es el barcelonista un grupo plano en ataque, sin profundidad, tieso, y colérico en defensa, un bombón para cualquier contrario. La inocencia del Polideportivo Almería fue anoche, precisamente, su mejor compañero de viaje.Al grito de "¡Poli!" que resonaba en la grada, el equipo de Almería aguantó en la cancha con suficiencia, dada la esterilidad azulgrana. El Barça fue una calamidad. El juego del equipo no estuvo nunca a la altura de la alineación que presentó Van Gaal. Jugaban los buenos y, sin embargo, maniobraron como los malos. Hasta en Segunda B ya saben cómo jugarle al Barcelona.
El grupo azulgrana ha conseguido que todos sus partidos tengan la misma trama sin reparar en la categoría del rival. Tocan y tocan para no llegar a ningún sitio, y defienden como pueden: cada pérdida de la pelota sirve para habilitar la contra del contrario. Bautista, por ejemplo, se plantó ante Arnau a los dos minutos, pero el delantero local no supo resolver el mano a mano con el portero.
En vista de cómo estaba el patio, con el equipo muy desanimado, un frío que pelaba, un viento que cortaba y un terreno de juego con baches de punta a punta, el Barça delegó otra jornada en Figo, incombustible en cada partido, frente a cualquier rival, en cualquier cancha. El portugués porfió por evitar el mal trago, pero no encontró otro acompañamiento que no fuera el voluntarismo de Puyol.
¡ Tiren, tiren !
El asunto estaba tan igualado que Moreno, el entrenador del Almería, tomó por banda a Juan Ignacio en el descanso y le dijo: "Pruébele, hombre, sin miedo, inténtelo". Y luego, a coro, ante delanteros y centrocampistas, proclamó: "¡Tiren a puerta, hombres, tiren, que ahora tendremos el viento a favor!".
Y Bautista, tras arrebatarle la pelota a Reiziger, tiró a portería, pero no encontró el marco en una acción clara de gol. El remate rompió la somnolencia en la que había caído el partido ante el sobo de balón de los azulgrana, imprecisos en el último pase, sin capacidad de generar ocasiones de gol. Rivaldo puso más interés en la contienda y apoyó a Figo, pero ni encontraron la línea de pase, ni combinaron, ni remataron.
El Poli acabó el partido atcando, buscando un gesto heroico, un gol que premiara su esfuerzo, pero fue un equipo tan inocente como el Barça frente al marco contrario. La actitud azulgrana, en cualquier caso, no tiene disculpa.
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