El valor de la sencillez
Jorge Edwards es un hombre humilde a quien este premio habrá sorprendido más que a nadie. Nunca ha querido tener más protagonismo que el que adquirió por su relación personal con Pablo Neruda, de quien fue ayudante cuando el poeta ejerció como embajador en París, a comienzos de los setenta. En sus maneras prudentes, muy chilenas, Edwards ha demostrado, no obstante, un gran atrevimiento. No puede entenderse de otra forma la fuerte crítica a la revolución cubana -insólita en la época- vertida en su libro Persona non grata, editado por primera vez en 1973. No está lejos de esa osadía la discrepan...
Jorge Edwards es un hombre humilde a quien este premio habrá sorprendido más que a nadie. Nunca ha querido tener más protagonismo que el que adquirió por su relación personal con Pablo Neruda, de quien fue ayudante cuando el poeta ejerció como embajador en París, a comienzos de los setenta. En sus maneras prudentes, muy chilenas, Edwards ha demostrado, no obstante, un gran atrevimiento. No puede entenderse de otra forma la fuerte crítica a la revolución cubana -insólita en la época- vertida en su libro Persona non grata, editado por primera vez en 1973. No está lejos de esa osadía la discrepancia manifestada por Edwards con la actuación del juez Garzón contra el general Pinochet, que él consideró regocijante para su corazón, pero lesiva para la transición chilena.Edwards acaba de ser reconocido al más alto nivel como escritor, pero es indiscutible como cronista, como hombre de mundo, de amplios horizontes mentales y de refrescante libertad de criterio. Hizo la habitual transición de su militancia allendista y sus ilusiones en el París del 68 hasta la reflexión madura y más conservadora con que juzga los acontecimientos de hoy. Pero lo ha hecho con la discreción y la sencillez que lo definen como persona y como pensador.