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Una lista injusta

Carlos Arribas

La prestigosa revista L"Équipe Magazine ha publicado la lista de los que considera los 100 mejores deportistas del siglo tanto por sus actuaciones y su palmarés como por su personalidad, su impacto en el deporte y en su época, y su carisma. En ella no está Miguel Induráin. Tampoco Severiano Ballesteros. Tampoco están ellos, ni ningún deportista español, en un apéndice de 30 atletas más que merecerían ser, según el jurado, el deportista 101º. Se acepta que sea subjetiva. Pero también es injusta.Miguel Induráin no ganó un Mundial porque no quiso traicionar a un compañero de equipo que se había rebelado contra su liderato. Un gesto que debería haberle valido para llegar a los altares. Miguel Induráin no ganó ningún maillot arcoiris, pues, pero ganó cinco Tours (todos seguidos, de 1991 a 1995, una gesta única), ganó dos Giros, una medalla de oro olímpica y un Mundial contrarreloj. Batió el récord de la hora. Ganó unas cuantas carreras. Muchas contrarreloj. No es un mal palmarés. No peor, por lo menos, que el de Bernard Hinault, Fausto Coppi, Alfredo Binda o el de Jacques Anquetil, tres de los ciclistas que están en la lista de 100. O al de Gino Bartali o Daniel Morelon, dos que están en el apéndice.

Miguel Induráin fue un deportista serio y poco hablador, o sea, un marciano en una época en que muchos deportistas caen en la frivolidad más detestable por salir en los periódicos. Una personalidad única. ¿Carisma? ¿Qué es el carisma? ¿La sensación superficial que hace que muchos, a primera vista, digan de alguien que es especial o un sentido más profundo que después de los años queda como un poso único? ¿Qué fue Induráin?

Hubo un ciclismo antes de Induráin y otro muy diferente, el que quedó tras su retirada el 2 de enero de 1997. Lo transformó el navarro, un caso de estudio para fisiólogos, biomecánicos y demás especialistas. Un tipo de 1,88 y 80 kilos capaz de contrarrelojear mejor que nadie, porque para eso tenía motor; capaz de escalar mejor que nadie, porque para eso tenía una calidad única. Riis, Ullrich... el ciclismo del siglo XXI se busca en su ejemplo. La palabra épica, el término sufrimiento, tienen otro significado después de su tránsito por el ciclismo. ¿Y el impacto social? Miguel Induráin fue el primer deportista español que hizo a los españoles sentirse superiores a todos sus vecinos, el primer deportista europeo en cuanto moderno salido de la España de la transición, tecnología de primer nivel mundial salida de un país que venía del subdesarrollo..

Si Induráin fue producto silencioso de un deporte como el ciclismo, con tradición de décadas en España, Severiano Ballesteros inventó de forma chillona y exuberante (¿querían carisma?) el golf para España y también para Europa. Hay, seguro, historiales mucho mejores que el suyo (tres Open británicos y dos Masters), pero ninguno con el valor simbólico del que fue el primer europeo que ganó el Masters de Augusta (1980), del de la persona gracias a la cual la Ryder Cup es un vibrante enfrentamiento entre Estados Unidos y Europa, y no lo que llevaba camino de ser, una rutinaria competición de exhibición entre americanos y británicos.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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