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JOSÉ MONDÉJAR CATEDRÁTICO EMÉRITO DE HISTORIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA

"El complejo de inferioridad del andaluz no comienza en su habla"

José Mondéjar (Fuengirola, 1928), catedrático emérito de Historia de la Lengua Española en la Universidad de Granada, ha dedicado decenas de años a la investigación filológica y, en concreto, al estudio de las hablas andaluzas o del español meridional. Mondéjar se ha mostrado contrario a las tendencias acientíficas que pretenden convertir las diferencias fonéticas en rasgos lingüísticos estructurales. "El complejo de inferioridad del andaluz no comienza en su habla, sino que es una consecuencia última", sostiene.Su bibliografía referida a las hablas andaluzas es amplia y registra libros como Dialectología andaluza. Estudios (Editorial Don Quijote, 1991), El verbo andaluz, formas y estructuras (Ágora Universidad, Málaga 1994) o Biblografía de las hablas andaluzas (Editorial Don Quijote, Granada 1991). También destacan artículos como De la grafía al sonido (en el El habla andaluza, publicación del Seminario Permanente del Habla Andaluza, Sevilla, 1997) En 1998 recibió el premio Fernández Viagas de investigación por la totalidad de sus estudios sobre las hablas meridionales.

"Lo que hablamos en Andalucía es español meridional por una razón: estamos en el sur y nos entendemos perfectamente con los españoles del norte o con los que viven en Bogotá o Santiago de Chile. El español no es una estructura sólida, inamovible. Ninguna lengua lo es. Todas tienen sus variantes, pero la estructura morfosintáctica, salvo pequeñas alteraciones, sigue siendo la misma", sostiene el catedrático granadino.

Mondéjar niega rotundamente que sea un dialecto y para ello se remonta a Hugo Schuchardt, un "sabio" profesor austriaco que vino a Sevilla a finales del XIX a quien considera el fundador de la dialectología científica andaluza, "sin que esta designación comprometa que sea un dialecto", precisa.

Schuchardt, en un artículo publicado en 1881, titulado en alemán Die cantes flamencos (Los cantes flamencos) reconoció, recuerda José Mondéjar, que el español que se hablaba en Andalucía no tenía límites precisos y que las mismas variaciones fonéticas se daban también en Extremadura o La Mancha. "Es decir", dice el catedrático, "las estructuras morfosintácticas del español meridional eran las mismas. No hay impedimento para que se establezca la comunicación porque la lengua sigue siendo la misma en un lado o en otro".

Mondéjar, frente a otros lingüistas, dice que el hecho de que en Andalucía se den cita todas las alteraciones fundamentales no quiere decir que el habla andaluza sea más dialecto sino "más bien lo contrario, cuanto más nos parezcamos a las demás más no tienen enlazados".

"¿Un habla andaluza culta? Más bien una manera de hablar el español meriodional culto", aclara. Para Mondéjar es un disparate que en las escuelas andaluzas se fomente el aprendizaje de una ortografía correcta y que después se diga que cada alumno pronuncie como quiera. "No se dice los zoos, por los ojos. Eso es folclorismo puro".

"Los folcloristas recurren a buscar una personalidad en la variedad léxica. Por ejemplo, en unas provincias andaluzas se dice cubo y en otras balde, que es un término marinero. Esta es la riqueza léxica de la lengua. Es inadmisible que en ciertos libros se enseñe que en Andalucía no hay que decir zapatillas sino babuchas. Es una manera de lavar el cerebro a los niños, en lugar de explicarles que además de zapatilla se puede decir babucha, pero sin que la una excluya a la otra. Esa es una visión basada en una concepción folclórica y acientífica".

Respecto al tan traído complejo de inferioridad lingüístico de los andaluces es contundente: "El complejo del andaluz no comienza en su habla, es una consecuencia última. Resulta que la única región, junto cono Extremadura, que ha mandado desde el siglo XIX emigrantes al norte o fuera de España es Andalucía. Los emigrantes iban con su maleta atada con una soga y una chaquetilla raída. Entonces, en ellos, se producía un pensamiento reflejo: si comen y visten mejor también hablan mejor. Es decir, por una razón sociológica se deriva una inferioridad lingüística".

"En cambio", prosigue, "cuando se pierde ese complejo social se pierde también el lingüístico. Por eso ahora vamos por el mundo hablando como queremos, usando las normas del español meridional".

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