Defensas y ataques

He quedado impresionado por el conjunto de razonamientos con los que el encargado de defender al lector (y, por lo que se ve, también a la guerra) en su periódico construye su columna de respuesta al pacífico o pacifista Daniel Jiménez Schlegl. En su respuesta, el defensor, admirador sincero de las muchas ventajas de un avión militar que se anunció a toda página en días pasados, y sabedor por los clásicos de que la mejor defensa es un buen ataque, lee la cartilla a ese pacífico lector y, depués de explicarle unas verdades básicas sobre la dureza de la vida, se enternece ante las virtudes de un aparato militar que, según él, sirve para desarrollar tectonogía punta, crear puestos de trabajo, colaborar en misiones humanitarias y lograr la paz allí donde alguien la rompa.Es posible, como dice el defensor -defensor más bien del anunciante que del lector en este caso- que el avión del anuncio contribuya a hacer todo eso, aunque nadie puede negar que es igualmente posible que sea ese simpático artefacto el primero que -Dios no lo quiera- rompa la paz en algún sitio. Lo que sí está claro es que esa página de publicidad del aparato era más bien una página de propaganda bélica que un intento de captar clientes y que eso ha quedado totalmente confirmado por la intervención del Defensor del Lector.

Tal defensor, en su texto, nos llamaba a evitar la confusión y nos proponía distinguir entre "pacifistas" y "defensores de la paz". Yo propongo desde aquí distinguir entre "lectoristas" y "defensores del lector" y, como lector, agradecería a Camilo Valdecantos que utilizase para sí la primera denominación.- . .