Sanchis Sinisterra defiende el compromiso social del teatro
El autor valenciano José Sanchis Sinisterra defendió ayer en Alicante la vertiente social del teatro, resaltó los valores de la nueva dramaturgia y renovó su apuesta por los proyectos ajenos a las grandes producciones. Precisamente su obra Ñaque o de piojos y actores, elegida por la 7ª Muestra de Teatro Español de Autores Contemporáneos para homenajearle, da fe de su compromiso estilístico y reivindicativo: la escribió en 1980 como reacción a las obras fastuosas subvencionadas con fondos públicos.
El director del festival, Guillermo Heras, señaló que José Sanchis Sinisterra ha adoptado un compromiso triple: con la sociedad que le rodea, con su escritura y con la de los demás. Respecto a esta última, dijo que el dramaturgo "ha contribuido a la formación o apertura mental de generaciones posteriores, que han aprendido mucho de su trabajo en Teatro Fronterizo y de sus seminarios y talleres".Sanchis Sinisterra confesó que, en un principio, no recibió con agrado la invitación de la muestra a aceptar ser el autor homenajeado. "Los homenajes me inquietan un poco, porque parece que se trate de una conspiración para meterme en un mausoleo", bromeó. Respecto al estado actual de la dramaturgia, criticó el hecho de que muchos directores consagrados prefieran estrenar versiones rimbombantes de obras clásicas antes que propuestas de la nueva generación de dramaturgos españoles.
Este autor, nacido en Valencia en 1940, predica con el ejemplo. Su último proyecto, que se estrenará en el María Guerrero de Madrid el 14 de enero, responde a pies juntillas al triple compromiso enunciado por Heras. Es una obra escrita conjuntamente por seis autores de Bolivia, Ecuador, México, Costa Rica, Colombia y Brasil sobre un mismo tema: los niños de la calle.
Ñaque o de piojos y actores se estrenó ayer en el Teatro Principal, en una versión nunca representada en España, que Sanchis Sinisterra escribió cuando la montó en Monterrey (México). Narra las andanzas de dos actores de legua del siglo XVIII, y reivindica el teatro marginal de la época, ensombrecido por los grandes autores del Siglo de Oro.
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