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"Estoy deseando ponerme bien para jugar con Valerón, es mi predilección"

Diego Torres

Francisco Narváez Machón, Kiko (Jerez, 26-1-72) atravesaba el mejor momento de su vida como futbolista cuando sus tobillos dejaron de funcionarle. Ocurrió en el Cam Nou, el 28 de noviembre del año pasado, cortando en seco una progresión fabulosa en el Atlético, donde se había convertido en el eje del movimiento. Fue operado dos meses más tarde. Lleva otros diez recuperándose. Ha tenido que aprender a caminar y ha soportado rumores sobre su retirada. Pero él responde preparándose para recibir nuevas patadas en el campo. ¿Cuándo?. "Antes de Reyes", dice Kiko. Y el próximo domingo se cumplirá un año desde que no juega.Pregunta. ¿Qué le viene a la cabeza cuando recuerda que hace casi un año que no juega un partido de fútbol?

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Respuesta. Es complicado decirlo. Pienso en que ha primado la paciencia. Y la fe en un trabajo de día a día para no bajar los brazos en los contratiempos, y para taparme los oídos cuando se comentan cosas negativas sobre mi posible vuelta.

P. ¿Qué cosas?

R. Comentarios de dudoso gusto que llegan a oídos de familiares, amigos, que me dan por irrecuperable. La técnica empleada en la operación de mis tobillos, sobre todo en el derecho, es la primera de ese tipo que se le hace a un jugador de alto nivel. No hay ejemplos de futbolistas que hayan sido intervenidos y hayan vuelto a jugar. No hay precedentes. No hay ejemplos, como decir: "Mira, pues yo conozco uno que está jugando". No, el ejemplo soy yo. Pero bueno, esas dudas que tiene la gente por su ignorancia no deberían hacerme mella. Pero de vez en cuando, lo sientes.

P. ¿No le parece que durante este tiempo los hinchas le han convertido en un mito?

R. Sí, sobre todo porque llevo siete años en el Atlético y me han pasado muchas cosas. También dos temporadas en que ni la veía. Después tres muy, muy buenas. Ganamos Liga y Copa. Luego tuve la posibilidad de irme a otro lado y me quedé porque la gente me trataba de maravilla. Hay un agradecimiento mútuo.

P. ¿Pensó alguna vez, cuando fichó por este club, que iba a alcanzar un nivel tan alto?

R. No. Sobre todo, porque en los dos primeros años estaba loco por irme para mi casa. "Este club se me hace demasiado grande" -me decía-; " me voy al Cádiz a luchar por la promoción porque aquí llevo dos años a punto de jugar la promoción, una vez contra el Rayo y otra en Sevilla".

P. ¿Con todo su talento tenía dudas?

R. Sí, pero es que me parece que por esas fechas el talento lo tenía en un túnel muy hondo.

P. ¿Y qué le ocurrió luego?

R. Los años te curten, la experiencia. Te paras a pensar cuáles son tus virtudes y tus defectos y sabes hasta dónde puedes llegar. Muchas veces escondes los defectos y no intentas hacer lo que no puedes. Además he tenido la suerte de contar con nueves buenísimos. Un año con Luis García, otro con Esnáider, con Penev, Vieri... Son gente que siempre han sabido aprovechar mis características y yo sus desmarques. Han sido complementos que me han venido de cine.

P. ¿Se consideró un jugador difícil de apreciar?

R. Del amor al odio en el fútbol sólo hay un paso. Hoy tenemos a Valerón, en su época a Martín Vázquez, también a Fernando, el del Valencia. Han vivido algo similar a lo que yo he vivido en el campo. Estamos a un paso muy corto entre provocar ganas de matarnos o de subirnos a un pedestal... ¡Es que es un paso tan corto...!. [se ríe a carcajadas]. También es por medir 1,90 y tener una forma de jugar que provoca que la gente cuando te ve de lejos diga: "¡Ah, que no quiere correr! ¡qué tío más torpe!". No sé, a uno más pequeñito no se lo dirían.

P. ¿No cree que Kluivert se parece a usted?

R. Kluivert, hoy en día, es el número uno con diferencia. Por los controles, porque es rápido, trabajador. Por los desmarques que hace, cómo deja las pelotas de cara, sin nada de egoísmo... Lo que pasa es que él es más coordinado y muchísimo más rápido que yo. Ya daría yo la vida por ser lo rápido que es él. Envidio la velocidad que tiene.

P: ¿Cómo vive un jugador que pasa tanto tiempo sin jugar?

R: Lo he vivido raro porque muchas veces parecía que no era ni futbolista. Porque te cambia la mentalidad. Vienes a entrenarte, haces tu gimnasio, hablas con los compañeros y te vas. Estás desvinculado totalmente del grupo; por eso a lo mejor un día de estos me voy alguna vez concentrado para estar en el hotel o en el banquillo, para ir cambiando el chip, para darme cuenta que de aquí a nada voy a volver. Porque después de tantos días el coco te cambia mucho. Te cambia en lo físico, sobre todo en la coordinación y en la orientación. Haces controles y no le tienes cogido el tamaño al espacio en el que te mueves.

P: ¿Qué aprendió durante este tiempo?

R: He aprendido a darle más valor a cosas que para mí eran insignificantes; como el ver andar a cualquiera bien. Para mí antes era insignificante eso, la salud, levantarte bien y poder hacer lo que quieres... No le daba el valor real a una cosa tan simple como estar bien de salud, como andar.

P: Si ve las cifras, el equipo sin usted se ha venido abajo.

R: Me choca que la gente diga: "¡Cuando vuelva...cuando Kiko vuelva!". Cojo y miro los partidos que tengo grabados del año pasado con Sacchi, que fue el año en que mejor me encontraba físicamente, y veo que nos metieron tres en Oviedo, cuatro en Malloca...La gente se olvida de que conmigo en el campo hemos perdido, nos han metido goleadas. Eso es el fanatismo; pero por lo menos me sirve para olvidarme de los momentos en que me han silbado, o de partidos que he jugado al nivel de una pachanga.

P: ¿Qué fue los más doloroso de su convalecencia?

R: Lo pasé muy mal después de cinco semanas en una silla de ruedas. Todos los días, conmigo estaba un amigo mío de Getafe, Pedro, que me ayudaba a levantarme por la mañana, a peinarme, o a comprarme una camilla para hacer abdominales y brazos para sudar un poco. De un lado a otro de la casa, y luego al coche para ir a algún sitio a romper la monotonía... Hasta que me quitaron la escayola y me dijeron: "ponte de pie..." Recuerdo el sudor frío, el mareo al verme los dos pies cuando me bajaba la sangre y se me agolpaba y se me ponían los dos tobillos moraos moraos . El susto que sentí... Y después, ir a Francia una semana solo, con Petete Correa para aprender a andar.

P: Dicen que después de una lesión las patadas duelen más.

R: Es que todavía no me han entrado... Me tienen un respeto... Muchas veces me cabreo con mis compañeros, porque llegamos dos al mismo tiempo y me dejan llevarme el balón. Entonces me enfado porque quieren salvarme los tobillos y no me dan cera. Tienen que darme, porque cuando vuelva a jugar los rivales sí me van a dar. Imagínate los equipos contrarios; no van a decir: "¡Es Kiko, salvémosle los tobillos!". Entonces aquí me tienen que entrar como si fuese uno más; porque estoy bien y si me hacen daño es como si se lesionase uno más. Ya estoy bien. Aunque yo, la verdad, si me pongo en su lugar, tampoco pegaría.

P: ¿Le impone el regreso, la posibilidad de verse de espaldas ante dos centrales?

R: No. Hombre yo sé que no voy a salir y voy a aguantar 20 minutos. Habrá partidos en que vaya al banquillo y ni juegue porque las cosas no vayan como deben de ir. Tendré que ir jugando miércoles y jueves con equipos de tercera y segunda B, después 10 o 15 minutos en Copa del Rey e ir poquito a poco entrando en el engranaje del equipo.

P: ¿Eso será para febrero?

R: Antes. Antes de Reyes. Espero no tener que pedirle a Melchor que me traiga dos tobillos, que me los deje en los calcetines, en la chimenea.

P: ¿Qué hará cuando se retire, ser entrenador?

R: No, porque mi carácter es raro: soy un guasón de Cádiz. Pero relacionado al fútbol, sí. Si no estuviera relacionado al fútbol no sería feliz. Tendría que hacer algo, no sé qué, pero vinculado al fútbol.

P: ¿Si no hubiera sido por el fútbol qué habría sido de usted?

R: Pintor de brocha gorda. Con mi padre, no tendría más remedio. Como no estudié, si quisiera vivir y salir los fines de semana de marcha con los coleguitas, tendría que trabajar con el viejo.

P: Dijo Puskas que quiere al fútbol más que a la vida.

R: ¿Qué el fútbol... qué? Pero es que sin vida ¿dónde va a estar el fútbol?. Hay mucho fanático.

P: ¿Le gusta el fútbol?

R: Cuando ahora he estado lesionado no me he podido cargar de más partidos. Mi mujer me quería dejar. Veía a Jimmy en el Leeds y se lo decía a mi mujer: "Es una bomba que no veas". Sigo todas las Ligas, con estos canales raros. Hay un delantero centro en el Rosenborg que juega pero que muy bien. Y en Argentina, Riquelme me encanta, porque es como Valerón. Es que Valerón es mi predilección. Es el futbolista que más me gusta de España. Estoy deseando ponerme bien para jugar con él porque sólo hemos jugado juntos dos o tres meses. Nosotros que lo vemos entrenar, todo lo que hace lo hace bien.

P: ¿Qué sueño le queda por cumplir?

R: Lo mismo el destino me tiene preparado un ascenso con 31 años en el Cádiz... Y a nivel personal tener un par de críos y una casita, vivir. Más no pido. No pido la Luna ni conocer a... ¡Ah!, me encantaría conocer a Antonio Banderas.

P: ¿Quiere ser actor?

R: ¿Yo actor? No, no. Es que no se me entendería. Mi película tendría que tener un traductor simultáneo, como Jordi Pujol.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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