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Entrevista:

"El problema del PSPV es ganar a la derecha"

Miquel Alberola

Pregunta. Joaquín Almunia dijo recientemente en Elche que el PSPV se encuentra "en orden", sin embargo el ruido, aunque sea de baja intensidad, no cesa. Recogidas de firmas, declaraciones, pataleos diversos... Respuesta. Cuando Almunia expresaba ese criterio lo hacía con conocimiento de la realidad y con una voluntad clara, como sin duda corresponde al secretario general del PSOE, de una normalidad que cada vez ha de ser más creciente.

P. Aun así algo ocurre en el PSPV-PSOE.

R. El PSPV-PSOE es un partido que tiene relevancia social, y por tanto tienen importancia aquellas cosas que hace o decide, en la medida de que hay muchas personas que han mostrado su apoyo en cada una de las confrontaciones electorales y que, además, exigen con toda la razón que el partido sea un instrumento útil para la sociedad y no otra cosa. En ese sentido estoy convencido, y lo compruebo, de que la inmensa mayoría de los afiliados y de los responsables políticos del partido queremos que esa capacidad de ser un instrumento útil para la sociedad sea representada por el PSPV-PSOE

P. ¿Hay alguna diferencia entre el PSPV-PSOE de antes del congreso extraordinario y el de después?

R. Después del congreso, la diferencia que cabe establecer es que todos los dirigentes del partido nos hemos dado cuenta del deseo y la voluntad de los afiliados y votantes socialistas que quieren que el partido sea un instrumento útil. A partir de ese momento se produce un trabajo por parte de todos en ese sentido.

P. ¿No había otra salida al congreso extraordinario que la que se produjo?

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R. Por mi parte propuse fórmulas que implicaban una renovación generacional profunda, así como la creación de un consejo político. Esta propuesta no alcanzó el consenso necesario, pero eso tiene que ver con el pasado y lo importante es la voluntad de presente y futuro que encuentro en la inmensa mayoría de mis compañeros, que es trabajar conjuntamente para responder a las exigencias que tenemos planteadas en la sociedad.

P. Es un pasado demasiado reciente. Plagado de posiciones irreductibles y dimisiones.

R. Las soluciones son las posibles, que son las que hubo. Otra cosa son las soluciones de futuro, que es voluntad de todos que sean mejores. En cuanto a las dimisiones, es una regla en democracia que las explica el que las protagoniza. Eso ya se ha hecho, y por mi parte acepto las razones que han dado mis compañeros, por quienes tengo el mayor aprecio, y no entro a valorarlas.

P. ¿Es cierto que llevaba el encargo de Almunia de que ninguno de los dirigentes históricos, incluido Joan Ignasi Pla por reticencias en su gestión económica, saliesen elegidos en la secretaría general?

R. La voluntad era que el PSPV-PSOE, con capacidad de responder a los retos que tiene planteados, se organizase con un consenso muy mayoritario. En ese momento eso no fue posible, pero se logrará porque hoy sí que constato esa voluntad que no fue posible entonces. La mayoría quiere que sea así y entiendo que empieza a ser una realidad gradual.

P. En los días previos al congreso extraordinario usted también había constatado que se estaba configurando una nueva mayoría, y sin embargo no llegó a concretarse.

R. Algunas cuestiones han quedado como asignaturas pendientes, pero se resolverán con el consenso de todos.

P. La situación por la que atraviesa el PSPV-PSOE ¿tiene un origen?

R. Es indudable que lo tiene: la pérdida de las elecciones autonómicas en 1995 y no haber resuelto de manera adecuada en la dirección del partido lo que significaba esa nueva situación. Pero es un problema en voluntad de superación, por lo que entiendo que ése ya no es el problema. El problema de los socialistas valencianos hoy es ganar a la derecha y ése es su principal objetivo.

P. ¿Y qué cosas eran las que no se resolvieron bien?

R. Ha faltado capacidad de entendimiento, capacidad interna de acuerdo y de superación de las dificultades que se planteaban. Pero también veo cada vez más el camino para conseguirlo con la responsabilidad de todos.

P. La sensación en la calle es que se están peleando por el poder del partido.

R. Estoy convencido de que la realidad es otra. La realidad es la preocupación y el esfuerzo de muchas personas para conseguir que el poder que la derecha hoy ostenta en la Comunidad Valenciana se emplee de otro modo, lo que requiere otro modo de gobernar. Ahora hay una oportunidad previa: las elecciones generales que se celebrarán en tres o cuatro meses. El reto es conseguir aglutinar una mayoría social de progreso en la Comunidad Valenciana que sume a la de España y que se produzca un cambio que muchos ciudadanos reclaman por todas partes.

P. Ganar las generales arreglaría el PSPV-PSOE, claro.

R. El PSPV-PSOE, en cualquier caso, se está arreglando y poniéndose en disposición de cumplir ese objetivo en la Comunidad Valenciana.

P. ¿Se pueden ganar las elecciones sin haber restañado las heridas del congreso extraordinario?

R. Desde el punto de vista del compromiso político no se puede considerar que uno tenga heridas. El compromiso político exige métodos de trabajo para avanzar en la consecución de mejoras en las condiciones de vida de la gente. Nadie está obligado a asumir una tarea de responsabilidad en un colectivo político. Es una decisión que exige disponibilidad y voluntad mayoritaria democráticamente expresada. En ese sentido, entre compañeros no hay que hablar nunca de heridas sino de cómo se trabaja para cumplir mejor los objetivos trazados en el colectivo, que en ninguno de los casos es obtener un grado mayor o menor de representación interna, sino trabajar todos juntos para alcanzar objetivos colectivos.

P. ¿En el fondo se trata de un conflicto de personalismos?

R. Me resisto a pensar que entre personas que comparten un compromiso político pueda haber un conflicto de personalismos. Se trata de formas de entender en un momento dado cuáles son las mejores soluciones posibles y puede no existir un consenso mayoritario respecto a la mejor solución.

P. ¿Hay que reconocer algún fracaso en el congreso?

R. Por lo menos una insatisfacción, que es colectiva. No creo que nadie esté satisfecho del congreso, y siendo así todos estamos en las mismas condiciones para propiciar una nueva situación.

P. ¿Se siente más insatisfecho que fracasado?

R. Fundamentalmente hay algunos elementos de insatisfacción. La diferencia estriba en que la insatisfacción es superable. Pero no es un planteamiento personal, sino de grupo, colectivo.

P. ¿Es cierto que dimitió?

R. La dimisión la presentamos todos los que teníamos que presentarla tras el congreso.

P. ¿La dimisión de Joan Lerma y Pla facilitó las cosas o las empeoró?

R. Entiendo que son decisiones personales y como he dicho sólo es explicable por quien la produce. Pienso que si actuaron así es porque entendieron que era su forma de colaboración para resolver la situación y contribuir a la solución.

P. ¿Había un veto explícito a Antoni Asunción, como él dijo?

R. No existía ningún veto hacia nadie ni podía existir. Existe una regla democrática, y es que para obtener una representación son necesarias dos cosas: disponibilidad individual y mayoría en el colectivo. Si se dan juntas, se puede producir; si no, es un ejercicio legítimo pero no da resultado.

P. Quizá nunca hubo en el PSPV sensibilidades tan acentuadas como Mayoría Democrática y el renacido Movimiento para el Cambio.

R. El partido socialista es el partido más democrático en su funcionamiento de cuantos existen en España. Por tradición y por renovación constante. Ahora, tiene unas reglas democráticamente establecidas y en ellas no caben tendencias organizadas, sino, en todo caso, corrientes de opinión. Por tanto, lo único que hoy por hoy existe es un colectivo amplio que se llama PSPV-PSOE, en el que sólo hay una corriente minoritaria establecida que es Izquierda Socialista. Lo demás son posicionamientos que personalmente no me inquietan.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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