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FÚTBOL Partido de preparación para la Eurocopa 2000

Argentina gana el combate táctico

España flaqueó en la segunda parte y acabó derrotada por un rival que fue más robusto

Santiago Segurola

España se abocó a la derrota en un partido donde privilegió lo táctico en cantidades industriales. Como podía esperarse, por otra parte. Si vale como aprendizaje, la selección sabe desde este momento lo que significa un encuentro arduo, sin concesiones, de los que abundan en los grandes campeonatos. Durante un tiempo, el equipo de Camacho quiso mantener su modelo frente a un rival que no descuidó un detalle. Fruto del conocimiento, Argentina disolvió el juego español de manera lenta pero eficaz, en un combate sin ruido y sin belleza. Un combate que Argentina ganó sin discusión en el segundo tiempo.Hasta ahora, España había jugado partidos poco irrelevantes en el aspecto táctico. Apenas el enfrentamiento con Italia y algunas cosas frente a Brasil, cuestiones menores comparadas con los problemas que generó Argentina para descifrar un encuentro con más pizarra que vuelo. Los argentinos venían con todo muy medido. En el medio, Kily se ocupó de Guardiola desde el comienzo, combate que tuvo un carácter decisivo para el desarrollo del encuentro. Guardiola jugó razonablemente bien, sin gran trascendencia porque el duelo estaba más para los pequeños detalles que para otra cosa. En este sentido, se observaba el clima tenso de los partidos de verdad, sin concesiones, para entrenadores. Fútbol áspero que transmitió muy poco a los espectadores. O al menos a los espectadores españoles.

ESPAÑA 0

ARGENTINA 2España: Molina; Ferrer, Nadal, Paco, Aranzabal; Mendieta (Morientes, m.74), Guardiola, Luis Enrique (Etxeberria, m.46), Guerrero (Valerón, m.68); Raúl (Munitis, m.46) y Alfonso (Urzáiz, m.22). Argentina: Burgos; Sensini, Ayala, Pochettino; Vivas, Simeone, Kily González, Zanetti; Ortega (Solari, m.87); Piojo López (Gustavo López, m.77) y Crespo (Berizzo, m.92). Goles: 0-1. M.64. Kily González sorprende a Molina con un afortunado rechace lejano que entra junto al palo derecho. 0-2. M.76. Pochettino bate desde cerca a Molina tras un saque de esquina. Árbitro: Georgios Psychomanis (Grecia). Amonestó a Simeone (M.75). Partido amistoso disputado en el estadio de La Cartuja (Sevilla) ante unos 55.000 espectadores, con presencia de un grupo numeroso de seguidores argentinos. Antes del partido se desplegó una pancarta en la que se leía "Sevilla 2008" para promocionar la candidatura de la ciudad andaluza a los Juegos Olímpicos.

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Con grandes dificultades, España pretendió mantener sus constantes, las que han convertido a la selección en uno de los equipos más atractivos del planeta. Resultó meritoria su voluntad de elevarse sobre las complicaciones del duelo. A Argentina no le faltó arquitectura táctica. Los espacios estaban bien ocupados y los marcajes eran inflexibles en cada lugar, pero le faltó gobierno en el juego. Si las breves apariciones de Guardiola daban sentido al fútbol español, Argentina se encontró descabezada en el centro del campo. En el cumplimiento de sus deberes defensivos, la actuación de Simeone fue irreprochable. Taponó a Guerrero y no le permitió una aproximación al área. Kily llevó a Guardiola muy lejos de Raúl y de la línea de ataque, cortocircuito vital para el tráfico de juego español. Ninguno de los dos es un virtuoso, de ahí que armar algo de juego pasaba por Ortega. Jugador valiente, barrial, Ortega sostuvo el ataque argentino en el primer tiempo. Pero alejado del área, su habilidad tenía escasa trascendencia.

Con todas sus dificultades, España cobró mayor protagonismo que Argentina en la primera parte. Alfonso invitó a la esperanza en el arranque. Se desenganchó varias veces hasta el centro del campo, sin respuesta por parte de los centrales argentinos. Pero Alfonso salió pronto del partido por una lesión en el hombro. La actividad de Raúl quedó bastante limitada, oprimido por el sistema defensivo argentino y por la falta de abastecimiento. Aunque había un sentido más armónico del juego en el lado español, el partido se acercaba más a lo que quería Bielsa. Su equipo negó los costados a los extremos españoles y los centrales pasaban más apuros para sacar el balón en condiciones que para detener a Urzaiz y Raúl. A partir de Sensini, que se empleó con evidente oficio, el resto de la defensa terminó por hacerse impermeable.

El juego español se hizo cada vez más fatigoso, aspecto que se apreció en el segundo tiempo, donde Argentina intervino con la soltura que le había faltado en el primer periodo. Entraron Munitis por Raúl y Etxeberria por Luis Enrique, sin demasiaso efecto. El partido se volvió más descontrolado, con un desgaste visible en casi todas las líneas españoles, que comenzaron a funcionar por libre frente a la compacta estructura de sus rivales. El medio campo se fracturó, y desde ahí se produjo un efecto expansivo que alteró a la defensa y al ataque. Argentina parecía mejor blindada para el partido, más preparada para sacar rendimiento a los detalles. De repente comenzaron a pasar cosas cerca del área de Molina, señal de los desajustes que padecía la selección española. Más robusto en el medio campo, Argentina ganó metros, conquistó poco a poco el partido y terminó por sacar provecho de una jugada bastante insólita: un rechace que Kily cazó desde el suelo. El balón superó a Molina, que había intervenido con éxito en dos acciones espléndidas, especialmente un mano a mano con Crespo.

El partido hizo crisis en ese momento. España entró en una fase de desesperación que no se tradujo en nada positivo. Sin un fútbol especialmente atractivo, Argentina volvía a su vieja condición de equipo experto y competitivo. Había conquistado todas las zonas del campo en las pequeñas batallas. Sólo le quedaba coronar el partido. Y lo hizo con el segundo gol: otro rechace, esta vez aprovechado por Pochettino. No hubo más, excepto un globo glorioso de Ortega que no entró en la portería por una cuarta. Aplaudió la gente, deseosa de celebrar la clase. No hubo demasiada en este partido, que servirá de enseñanza a España y que aliviará el estado de tensión que se vivía en la selección argentina.

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