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Del amor

El profesor Jiménez Burillo, catedrático de Psicología Social en la Complutense, ha venido a Sevilla, a los cursos de la UIMP, para hablarnos sobre La pasión amorosa. La ciencia le ha abierto por fin sus puertas y estudia el hecho amoroso desde todas las disciplinas que inciden en el mismo interés, desde la literatura hasta la biología. Es curioso que, en tiempos tan prácticos, en una sociedad individualista y hedonista, nos interese tanto el tema del amor romántico, pero es cierto que, precisamente ese individuo actual, solo y satisfecho, es quien, cuando decide casarse, lo hace por amor.Durante siglos, la pasión amorosa no tenía nada que ver con el matrimonio, era una emoción exclusivamente masculina: la historia del amor, en la cultura occidental, es el proceso de dominación de los hombres sobre las mujeres. No lo digo yo: lo dijo el profesor Jiménez Burillo. Un lenguaje impuesto por los hombres de la clase dominante, porque del de los esclavos no se sabe nada y las mujeres, salvo alguna que otra hetaira, apenas necesitaban lenguaje encerradas como estaban en sus casas. No es sólo un invento de la cultura judeo-cristiana, sino que así ocurría también en las maravillosas civilizaciones griega y romana.

Yo he sacado en claro que esa pasión amorosa de nuestra cultura occidental es tan escurridiza como contradictoria. El profesor Jiménez Burillo, entre otras muchas definiciones, nos dijo que se trataba de una emoción derivada de una necesidad radical básica como es la necesidad de pertenencia: una tendencia a formar y conservar relaciones interpersonales positivas. Hay quien cree que el amor es lo mejor que le puede suceder a nadie en la vida y quien piensa que es cansarse de estar solo y, por lo tanto, una cobardía y una traición a nosotros mismos. Hay quien dice que nunca se merece, sino que se inspira o se siente sin que suela haber correspondencia entre ambos términos, y quien opina que se parece al estrés porque los senderos químicos son los mismos para ambos. Obsesión, incertidumbre, proyección, locura, deleite, dolor y todo lo que signifique o deje de significar en el tercer mundo, según quien lo escriba, según el lenguaje y según necesitemos.

BEGOÑA MEDINA

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