Las opuestas vidas de Anelka y Hasselbaink
El madridista anda deprimido y no marca goles; el rojiblanco es vital y lleva siete tantos
A las 23.15 del sábado, en el patio que conduce a los aparcamientos del estadio Santiago Bernabéu, el goleador Jimmy Hasselbaink responde, serio, muy enfático, cuando le preguntan por sus objetivos para este año con el Atlético: "Quiero ganar la Liga". A la misma hora, en su casa de La Moraleja, convaleciente de su segunda lesión de ligamentos de rodilla, el delantero del Madrid Nicolas Anelka vive momentos menos gloriosos. Acaba de ver a Jimmy Flois Hasselbaink abriendo a la defensa de su equipo como un bisturí. Metiendo dos goles. Sumando siete tantos en Liga.La comparación es inevitable en el inconsciente de los aficionados de dos quipos enfrentados. El éxito de Hasselbaink, de 26 años, sirve a los madridistas para medir la poco venturosa existencia de su fichaje estrella, procedentes ambos de la misma Liga. Anelka costó 5.600 millones, cifra récord en el fútbol español que implica un arrastre mediático descomunal: la prensa de toda Europa siguió durante el pasado verano las negociaciones que Anelka, jugador del Arsenal, mantuvo simultáneamente con el Lazio, el Juventus, y el Madrid. En Italia bautizaron el episodio como Anelkaos. Hasselbaink costó al Atlético casi la mitad -3.000 millones cobró el Leeds-, en una operación de escasa trascendencia internacional.
El rendimiento de los goleadores importados del fútbol británico ha sido opuesto. Anelka no ha metido ni un solo gol con el Madrid. Hasselbaink lleva siete tantos en Liga y dos en Copa de la UEFA. Anelka fue titular en cinco partidos de Liga y jugó dos como sustituto de Morientes; su tiempo de juego suma 444 minutos y sólo ha completado los 90 minutos en tres ocasiones. Hasselbaink ha entrado en el once inicial en los 10 partidos de Liga disputados, y acumula 900 minutos sobre el césped. Ha jugado todos sus partidos de punta a punta.
Clarence Seedorf, compañero de Anelka en el Madrid, considera que el francés no está totalmente a punto físicamente: "Creo que a partir de enero le veremos dar lo mejor de sí; porque todavía no está bien, le falta ponerse a punto". Y efectivamente, Anelka no hizo la pretemporada, ni con el Madrid, ni con el Arsenal. Sumergido en las confusas negociaciones de su traspaso, ansioso por dejar el fútbol inglés, Anelka se saltó un periodo fundamental en la preparación de los futbolistas. Pasó casi tres meses inactivo. Cuando llegó al Madrid, a mediados de agosto, sus compañeros acababan de completar la preparación física.
Quizá por ello, Anelka padece lesiones. Dos veces un esguince en los ligamentos internos de la rodilla derecha. El último, durante un entrenamiento, le mantendrá fuera de la competición durante tres semanas. Hasselbaink, por contra, nunca se ha lesionado.
Hasselbaink es pura vitalidad. El holandés es dinámico, efusivo, hablador, discute con sus compañeros en los entrenamientos y en los partidos. Protesta cada vez que no le pasan un balón. No habla español pero conoce un repertorio de maldiciones sorprendente, y en perfecto castellano. Anel-ka evita el contacto con sus compañeros. Es tímido, silencioso, huidizo. Habla en francés, y en los entrenamientos se le ve hablar sólo con francófonos: los cameruneses Geremi y Etoo, y el francés Karembeu. Si los jugadores se juntan después de la práctica a celebrar un cumpleaños, como el de Salgado, Anelka se va a su casa. "Es como cualquier chico de 20 años", lo ampara su técnico, John Toshack, "se junta con su grupo, como los otros compañeros, cada uno tiene sus amigos, Raúl va con Redondo y Seedorf con Roberto Carlos...".
Cierto. Como que Hasselbaink ha logrado lo que Anelka todavía no consigue: ser aplaudido por el madridismo en el Bernabéu.
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