_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Don Gil

"Fue en Madrid, fue en Madrid", va diciendo el gobernador al canónigo con quien se confiesa. Como si su falta fuese más disculpable por el hecho de haber sido cometida en la capital de la, según dice el cura, "tierra maldita de todos los pecados". El gobernador de Veracruz, en la Nueva España, México, tuvo en su juventud devaneos con una lavandera del Manzanares llamada Cecilia. Nació un hijo y el seductor se marchó a América, donde alcanzó altos puestos en la administración virreinal.Sobre esta historia, el compositor Manuel Penella construyó el argumento de su ópera bufa de ambiente dieciochesco Don Gil de Alcalá, que fue estrenada con gran éxito en el Novedades de Barcelona en 1932. La están poniendo ahora en la Zarzuela. Es una verdadera delicia, tanto por la comicidad de la farsa que el mismo compositor escribió como por la maravillosa escenografía basada en la pintura de la época evocada en la escena.

En cuanto a la música, Penella supo mezclar con gran maestría temas del siglo XVII con melodías americanas. Así, junto a la pavana y el madrigal aparecen el baile mexicano llamado el jarabe y la preciosa habanera Todas las mañanitas, con la conocida estrofa "canta y no llores, corazón no llores, ay, que la esperanza será la aurora de tus amores, ay...".

El gobernador de Veracruz ha adoptado a una huérfana mexicana, Niña Estrella, y la ha destinado al noble don Diego. Pero ella está enamorada de un capitán español, don Gil de Alcalá. El capitán y su ayudante, el sargento Carrasquilla, defienden al gobernador de un falso atraco que ellos han organizado para aparecer como salvadores. Don Diego descubre el ardid y lo denuncia. Pero los criados indios, Chamaco y Maya, enterados de los amoríos juveniles del gobernador, convencen a don Gil de que diga que él es hijo de Cecilia, la lavandera del Manzanares. Así, la ira del gobernador se convierte en amor paternal y casa al capitán con Niña Estrella, legándole toda su fortuna. Es un momento sublime del melodrama mexicano-madrileño aquel en el que el coro canta: "Ya tiene padre don Gil...".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_