De mal en peor
Los mercados de valores continúan sin levantar cabeza en vísperas del aniversario del crash de octubre de 1987, una fecha que suele provocar reacciones incontroladas entre los inversores. La caída del pasado viernes en la Bolsa de Nueva York ya era un argumento más que suficiente para tomar precauciones, actitud que cuando se está en zona de pérdidas, como es el caso del mercado español, equivale a una paralización casi total de las órdenes de compra.La contratación del mercado continuo en esta jornada fue de 110.470 millones de pesetas efectivas (663,94 millones de euros), con una altísima concentración en los principales valores, hasta el punto de que más del 80% del total corría a cargo de una docena de sociedades.
Si el ambiente de la jornada era tradicionalmente negativo, la actualidad tampoco aportaba datos de interés con las últimas notificaciones sobre sociedades que se van de la Bolsa y una apertura indecisa en la Bolsa de Nueva York, que en sus primeras horas de andadura había subido 108 puntos y llegó a perder hasta 53. Al cierre, el índice Dow Jones de valores industriales logró un avance de 96,50 puntos (0,96%) para quedar en 10.116,20.
La deuda consiguió recuperar posiciones en el mercado secundario, hasta situar la rentabilidad a 10 años en el 5,58%, pero al final de la sesión se imponía el ambiente negativo y el dato final de la sesión quedaba en el 5,62%, sólo una centésima por debajo del nivel del viernes.
Una de las causas del tenso ambiente de esta jornada está en el IPC de Estados Unidos, que se publicará hoy, y que va a ser la pieza fundamental para la Reserva Federal a la hora de tomar una decisión sobre los tipos de interés el próximo mes de noviembre.
A estas alturas, y con un recorte de 1.300 puntos en el índice Dow Jones en el plazo de tres meses, parece que esa posibilidad está descontada y que el problema de las bolsas es otro.
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