La Capilla Sixtina del oasis
El círculo. A la llotja del FC Barcelona asisten los grandes ideólogos de las empresas que son miembros de honor o miembros colaboradores de la Fundación, los chicos de la junta, los chicos de la federación, los chicos de la Gene, los chicos del Ayuntamiento y todos aquellos que quieran ir. Para ir pues llamas y dices que quieres ir. El Barça te contesta y te dice si quiere que vayas. Los actos que en el mundo son se montan también para negar la entrada. A veces, la impresión es que la mayoría de actos que se producen en el mundo son, fundamentalmente, para negar la entrada. Bueno. Entro en la llotja esa por Cheeck- point-Charly. En la llotja presidencial está expuesta la obra de un artista. Cojo y folleto y leo: "Un cercle tancat, perfecte, per la seva coherència i alçada". No habla de la llotja, que habla del artista que expone en la llotja. Pero da el pego.La cuadratura del círculo. Paisanaje. Señores del Real Madrid que, por deferencia, se han puesto camisa blanca, y no esa camisa con el cuerpo de un color y el cuello de otro que es traje regional de la derecha yu-yu cuando se viste de sport en tribunas. Y tribunales. Un señor tocando el violonchelo para quien lo quiera escuchar. Dos señores que lo quieren escuchar. Señores que fuman puros y que ilustran el adagio Qui té duros fuma puros, guachiquei. Señoras con mechas y faldas. Señoras sin mechas, pero, snif, con faldas. Una señora que le explica a un señor que ha accedido a esta sala business de la llotja que no tiene asiento en la llotja. Así: "Es un Barça-Real Madrid; me han dicho que vuelva con un Barça-Extremadura". Un cura. Un cibercura -se trata, es cierto, es cierto, del padre Apeles-. Señores de la junta enseñando el recinto a alguien de su pueblo, de lo que se deduce que uno entra en la junta para ser alguien en su pueblo. Todo el mundo acompaña a alguien y le explica dónde está. Un señor de la junta le explica a uno de su pueblo las diferencias entre miembro colaborador y miembro de honor. El doctor Clos pasa por ahí enseñándole la cosa a un colega -"et ça c"est la platea"-. De todas estas coreografías se deduce que si todo esto no te lo enseñan, no te enteras. Algo que no pasa con los países normales, que uno los puede ver por la cara, sin que nadie te los enseñe.
La normalidad de los países extraños. Más cosas extrañas. A este partido viene el presidente de la Gene y el candidato mejor situado en las elecciones del ramo. Pero no vienen los presis ni del Barça ni del Madrid, que quizá necesitan menos al Barça y al Madrid. Por lo demás, se respira en el ambiente el olor ese a oasis catalán que por aquí lo puebla casi todo. La sensación es que aquí tenemos menos asignaturas pendientes que en el resto de la Península, que aquí nos impregnamos de liberalismo y democracia en el claustro materno, que tenemos una sociedad civil que tira para atrás y que esta sala del estadio es la prueba de ello. El sábado, por cierto, un diario barcelonés levantó un artículo de Gregorio Morán -y, tal vez, a Gregorio Morán- titulado Las trampas del redentor. Sobre Pujol. En una democracia europea, éste hubiera sido el tema de la semana en una sala como ésta, algo que invita a pensar que estamos más cerca del oasis que de la democracia europea. Bueno, los políticos de todo el arco parlamentario se pasean por ahí y se dan la patita. Por ahí van los chicos del PP: Lacalle, Fisas, pero no Alberto Fernández. Van tan iguales y se ríen tanto que parecen sacados de la primera escena de Reservoir dogs. Duran i Lleida con puro king-size, de cap dels moros en una filà valenciana. Piqué, la sonrisa del régimen, que se ríe. Aparecen varios consellers, en lo que es una muestra de don de la ubicuidad. En un principio, están de consell, que ésa es la razón que se nos ha explicado para el retraso de Pujol, que vendrá cuando el partido ya haya comenzado. El partido empieza. Aún no han llegado ni Pujol ni Maragall.
Las metáforas. Cuando empieza el partido aparece Maragall, a toda leche. Como un Kennedy. Bueno, va tan rápido que parece un Kennedy paseando por Miami después de lo de Cochinos. Pujol. No llega. Y no llega. Aprovechando ese desconcierto, el Madrid, ñaca, marca uno. Y Pujol que no llega. En eso hay movimiento de tropas. El chico de la junta que ocupa parte de la cuota CiU sale de la grada. Se coloca en la puerta de la llotja. A los pocos minutos entra Pujol. Sin prisas. Con las manos en la espalda, como si inaugurara algo. En un momento dado se interesa por un monitor que retransmite un partido. Como una infanta cuando se interesa por un goya. Y, en efecto, pasados unos segundos, sigue su periplo hasta la tribuna, que es su lugar natural. Cuando está a punto de traspasar el umbral del estadio, y en lo que es uno de los spots televisivos más caros de la historia, el Barça marca un gol.
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