Arco iris mágico

El ciclista Óscar Freire, un cántabro de 23 años, se agregó ayer a la larga lista de héroes del deporte español. Su imprevista victoria en la prueba de fondo en carretera tuvo un carácter memorable. Nadie había reparado en este corredor, cuyo estilo es poco habitual en el ciclismo español. Freire es un corredor perfecto para las clásicas de un día: buen rodador, con habilidad para leer las carreras, listo en las llegadas. Todas estas condiciones se pusieron de manifiesto en el Mundial, donde nadie esperaba el protagonismo de los españoles. En los corrillos de Verona y Treviso, escenarios de la carrera, se hablaba del belga Vandenbroucke, del alemán Jan Ullrich y de los expertos italianos. Nadie señalaba a los españoles, que llegaron de tapadillo, sin despertar expectativas. Parecían destinados a convertirse en espectadores de una obra a la que no estaban llamados. Pero sucedió todo lo contrario. Los españoles trabajaron en la sombra con una precisión espectacular. El equipo se movió con inteligencia en todos los momentos claves de la carrera, en la confianza de aprovecharse de cualquier situación favorable. El tapado era Freire, que se unió al grupo de notables que decidió la prueba. Estaban todos: Vandenbroucke, Ullrich, Casagrande, Boogerd. Nadie reparó en el atentísimo Freire, que desbordó a unos rivales que no se cuidaban del español. Cuatro años después del triunfo de Olano en el Mundial de Colombia, Freire obtenía con mérito y sorpresa el segundo jersei arco iris en la prueba de ruta.