"No voy a aceptar ningún cargo institucional"
Antonio Gutiérrez reconoce que ha sido "francamente complicado" el debate para designar el candidato a su sucesión de la mayoría de CCOO, pero al tiempo le parece un rasgo de solvencia para el sindicato el que hubiera cuatro aspirantes: José María Fidalgo, Ignacio Fernández Toxo, Rodolfo Benito y Fernando Puig. Los dos primeros son los que se han fajado en la pelea final, zanjada, sin el consenso que se habían propuesto, con un triunfo de Fidalgo. Al menos, por el momento. La pugna no se ha cerrado y Toxo, avalado por los dirigentes de federaciones y uniones muy fuertes, reflexiona ahora qué hará y cuál será su estrategia hasta el congreso de abril.Pregunta. ¿Por qué ha apoyado a Fidalgo?
Respuesta. He recogido la opinión de la gente durante un largo periodo y, además de los apoyos, he tenido que valorar todo tipo de condiciones cualitativas de cada candidato, la estabilidad de la organización, qué persona podía lograr la síntesis de forma más fácil, y me parece que esa persona es Fidalgo.
P. ¿No ha habido un cambio en las reglas de juego? Usted dijo al principio que no iba a tomar partido por ninguno de los candidatos.
R. No ha habido ningún cambio ni he tomado partido por nadie a nivel personal. Los cuatro siguen siendo igualmente válidos, pero había que elegir y no podía mantener de forma indefinida esta inseguridad. Asumo que me critiquen quienes tenían otras preferencias, pero espero que quienes me critican hoy, el día de mañana vean que ha sido la mejor solución.
P. El grupo de Toxo dice que tiene más apoyos, ¿por qué no ha aceptado una consulta más amplia para clarificarlo?
R. De los cuatro, había una persona que tenía tantos apoyos como Toxo, que es Rodolfo Benito, y que ha demostrado una talla moral, sindical y política extraordinaria y encomiable. Sintiéndose un candidato tan sólido como Toxo, ha buscado antes el consenso que satisfacer aspiraciones personales. Por tanto, no he desoído a supuestas mayorías, y la mayoría entre la mayoría confederal avala a Fidalgo. Teníamos que hacer lo que hemos hecho, proponer, que no imponer, un candidato para que el congreso decida con reglas iguales para todos.
P. ¿Este asunto está cerrado?, ¿no espera que la reflexión que está haciendo Toxo concluya en que la pelea sigue?
R. Confío en la responsabilidad de personas que llevamos mucho tiempo trabajando juntos, y en que comprendan que romper esa mayoría, y someter al conjunto de la organización a una dinámica de confrontación, es un proceso del que nadie saldría ganando.
P. ¿Espera que finalmente decidan presentar una candidatura alternativa?
R. Francamente, espero que no. Espero que la reflexión individual de Toxo, con los rasgos de responsabilidad que le caracterizan, sea una decisión a favor de un buen proceso congresual con la mayoría perfectamente unida.
P. Intuyo que Toxo tiene la tentación de mantener el pulso que usted le ha echado.
R. Es al reves. No le he echado un pulso a nadie, sino que algunas personas han querido echarme un pulso. He tratado de apostar por el consenso, y no por la medición entre mayorías y minorías dentro del mismo grupo.Repito que el primero que nos dio una lección ha sido Benito, lo que le configura, a mi juicio, como uno de los máximos dirigentes en los que puede confiar CCOO en el próximo futuro.
P. Habla de un consenso que finalmente no se ha logrado.
R. Ha habido un consenso imperfecto, pendiente de cerrar y de la reflexión de Toxo.
P. El grupo de Toxo cree que de la catarsis de estos días debe surgir un debate sobre nuevas formas de gobernar el sindicato, ¿está de acuerdo?
R. Las formas de dirigir el sindicato fueron aprobadas hace ocho años para darle más normalidad democrática. En la etapa anterior había una ejecutiva donde algunos mandaban sin mancharse en la gestión cotidiana, con barones que se consideraban más importantes que otros dirigentes del sindicato. Por eso pasamos a tener un órgano de gestión cotidiana, el secretariado, que dirige comprometiéndose en lo que le marca el consejo confederal, donde participan todos en función de la representatividad que tienen. Ese modo de dirección requiere un perfeccionamiento, no de una modificación sustancial. Es decir, que las reuniones de secretarios generales de uniones y federaciones que yo he hecho puedan tener un carácter más sistemático, un poco más normativizado, pero el esquema básico me parece válido para el próximo futuro, porque ha sido una dirección colegiada y de participación.
P. También hablan de normalizar las relaciones con el sector crítico, ¿eso es posible?
R. Pues depende del sector crítico. Yo no me he planteado mi trabajo ni orientar al sindicato en contraposición al sector crítico; al contrario, la minoría se ha conjurado en oposición a la mayoría.
P. ¿Esa mayoría no se ha quebrado en el proceso de estos días?
R. No hay una quiebra en la mayoría de CCOO. Es verdad que ha pasado por una pequeña crisis de madurez, y puede superarse muy bien y servir para que esa mayoría sea todavía más creíble y compacta en el próximo periodo.
P. ¿Este proceso ha sido tan difícil porque era la primera vez que se decidía sin la tutela del PCE?
R. No, porque sin la tutela del PCE se me eligió a mí por primera vez, y quiero que esto quede bien claro. Me propusieron los dirigentes más importantes del sindicato, y tengo datos muy fundados para afirmar que mi propuesta se hacía por primera vez al margen, cuando no en contra, de las opiniones de la dirección del PCE del momento.
P. ¿Tenían otro candidato?
R. No llegaron a formalizarlo, pero sí a sugerir que podía haber otro candidato más vinculado a la dirección del PCE que yo.
P. ¿Era Francisco Frutos?
R. Es agua pasada y no vale la pena removerla.
P. ¿El debate del candidato le ha causado un desgaste personal?
R. Todo proceso de sustitución siempre conlleva un desgaste personal. Sin embargo, eso es mejor a que la organización se desgaste improvisando tu sustitución.
P. Una vez más se demuestra que es muy difícil que un líder sindical o político se retire sin intentar influir.
R. En contra de lo que se ha dicho, mi sustitución es mi último trabajo, no es el primer trabajo de otra etapa. Sería una irresponsabilidad, una dejación de responsabilidades, salir de un puesto que has ocupado 12 años sin dar tu opinión y sin tratar de influir; tanto como colocar a la nueva dirección en una situación de absoluta inestabilidad. Eso es propio de quienes quieren salir a hombros, con cuatro homenajes melodramáticos y sin importarle tres pimientos cómo queda el sindicato. Por eso he trabajado por la solución más adecuada, que pasa por Fidalgo y por hombres como Benito.
P. ¿Va a adoptar el papel de algunos antiguos líderes políticos o sindicales de sombra de la organización?
R. No, porque quien actúa de sombra al principio, termina siendo un fantasma que crea problemas a su alrededor. Me alejaré prudentemente de toda esfera de dirección del sindicato.
P. Tampoco una fundación...
R. Nada.
P. ¿A qué se va a dedicar a partir del 16 de abril?
R. Me lo planteo con mucha frecuencia, pero hasta ahora sólo me doy respuestas de lo que no voy a hacer, con lo cual todavía me creo más dificultades. No voy a aceptar un cargo institucional y no hay nada de mi posible incorporación a la delegación de la OIT en España, porque he sido yo quien he propuesto que el nombramiento de ese cargo sea rotatorio entre los agentes sociales. Ha estado ocupado muchos años por un sindicalista y me parece comprensible que la CEOE aspire ahora a ocuparlo.
P. ¿Entonces sigue sin saber a qué se va a dedicar?
R. Quiero estar un tiempo casi en la clandestinidad para que la nueva dirección del sindicato, sin sombras ni fantasmas, se afiance y también, por coherencia, para que nadie pueda pensar que he utilizado mi labor en CCOO para saltar a ninguna otra plataforma política, institucional o social. Buscaré un trabajo para contribuir al mantenimiento de mi familia y, tras todo eso, veré, observaré cómo está el panorama español, y decidiré en consecuencia.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.