Justin Leonard, el héroe improbable
¡Yas-tin-lé-nar! ¡yas-tin-lé-nar! (bis). Rítmico. Apoyado en palmas. En el balcón del edificio, casa-club, estilo colonial, balaustrada y columnata, los 12 de los americanos se bañan en vino espumoso de calidad embotellado en California. Espuma y sudor. Las camisas borgoña, ésas tan llamativas con Copas grabadas, y también fotografías de ganadores equipos del pasado, empapadas. La muchedumbre en la hierba. Todos jaleando. ¡yas-tin-lé-nar! ¡yas-tin-lé-nar! (bis). La policía, uniformada, hace su trabajo. Y Justin Leonard (eso es ¡yas-tin-lé-nar!, qué cosas) se asoma a saludar y a levantar los brazos.Qué héroe. Justin Leonard, de 27 años, el tipo más apocado y tristón de la docena, en su vida se ha visto en una igual. Aclamado. No el Tigre, ni el orgulloso Duval, ni el paternal O"Meara, ni los grises Pate, Sutton, ni el zurdo Mickelson. Justin Leonard. A él, a un gran jugador con poco carácter le tocó ser el héroe de la 33ª Ryder Cup, la de la remontada nunca vista. Como la suya propia: perdía por cuatro hoyos con Olazábal en el 11º. En el 15º, cuatro más tarde, ya había empatado. Olazábal no pudo más y él empezó a encadenar golpes ganadores. Fue el espíritu americano del día. Hasta alcanzar el clímax en el 17º, donde el putt de 15 metros. Qué héroe, de todas maneras. 0 victorias, 5 empates, 3 derrotas, en sus ocho partidos en la Ryder, entre 1997 y 1999. Un héroe que no ha ganado ningún partido. Y gracias a él, al medio punto que le arrancó a Olazábal, Estados Unidos pudo posar con la Copa.
George Bush, el ex presidente de Estados Unidos, es un amante de la Ryder Cup y estuvo en Brookline también. También su mujer, y su hijo , el gobernador de Tejas y también candidato para ser candidato republicano a la presidencia. El sábado por la noche los tres se presentaron en el hotel donde se alojaba el equipo. Entraron en la sala donde tenían su reunión de terapia de grupo los jugadores. Pidió la palabra Bush hijo y habló. Lo cuenta, emocionado, claro, Phil Mickelson: "Sí, nos leyó una cita muy interesante sobre un tipo que estaba en el Álamo, David Crockett, creo, y tenía a 2.000 enfrente, y sabía, claro, que no podía hacer nada contra tantos, pero sabía también que tenía que luchar hasta el final. Puede que nosotros no seamos soldados que luchan en guerras, pero esto de la Ryder es algo parecido, y necesitábamos luchar como si lo fuera".
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