El punto de la vergüenza

El Valencia firmó ayer un tratado completo de impotencia. De cómo no se puede ganar un partido pese a la insistencia. De cómo acumular hombres en ataque sin ninguna idea. De cómo la máxima estrella del equipo, el Piojo López, se va del partido porque en absoluto le interesa. De cómo el jugador local de más talento, Ilie, no toca ni el césped porque Cúper entiende que trabaja poco. De cómo el rival, que jugó con un jugador menos tres cuartas partes del choque por expulsión de Turiel, sólo buscó enfáticamente el empate hasta que lo cazó. Enhorabuena. De cómo, en fin, el Valencia suma su primer punto en la Liga ante la bronca del público, que entiende que es el punto de la vergüenza.El Valencia dominó de cabo a rabo la primera parte. ¿Para qué? Para nada. Es un equipo absolutamente previsible y plano, incapaz de sorprender a nadie. Sin una brizna de talento. No quería bandas Cúper, pues bien, ayer las tuvo, dos tazas. Por la derecha Anglomá, por la izquierda, Kily. ¿Para qué? Para nada. Nadie acudía al remate. Medio centenar de centros desde los laterales fueron cómodamente a las manos de César. Entretanto, Ilie en el banquillo. La estrella rumana, el valencianista con más talento y fantasía, con mucha diferencia, calentando el banco. ¿Por qué? Porque no trabaja. Esa es la excusa del técnico, que dilapida así el mayor poder creativo del grupo, su mayor capacidad de sorpresa. ¡Qué pena para el Valencia!.¡Y qué alegría para el Valladolid, que sobrevivía con el empate pese a jugar con uno menos desde el minuto 25! Porque eso sí, al conjunto pucelano sólo le interesaba que pasara el tiempo sin que pasara nada. Conocía de la histeria valencianista por no abandonar el cero de su casillero, y se dedicó a esperar. Y a perder tiempo, como su portero César, que lo dejó escapar a espuertas.

En el Valladolid, sólo Rodrigo estaba del lado del fútbol: ofreció su amplia gama de regates, engaños y disparos varios que permitieron lucirse al debutante en Liga Palop, muy seguro toda la noche. Palop, de hecho, le hizo una espléndida parada a Víctor.