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Un libro recoge la violencia cotidiana de los siglos XVI y XVII

No eran salteadores de caminos, pero también hacían de las suyas. Eran hombres de apellidos, fortuna y posición social honrosa que aunaban en su persona dos características: su pertenencia al Santo Oficio y la delincuencia. Miembros de la aristocracia, el clero o labradores, sus crímenes iban desde simples insultos a delitos sexuales, robos y homicidios. Elisabeth Balancy, profesora de la Universidad de Toulouse (Francia), discípula del hispanista también francés Bartolomé Bennassar, es autora de un original trabajo que ha publicado la Universidad de Sevilla: Violencia civil en la Andalucía moderna (siglos XVI y XVII). Familiares de la Inquisición y banderías locales. El libro constituye una novedad porque, aunque realizado a partir de fuentes inquisitoriales, los delitos juzgados no hacen referencia a la fe. Es la historia pura de la criminalidad, y el denominador común de los delincuentes, casi todos hombres, es su relación con el Santo Oficio, ya sea como inquisidores, personal de algún tribunal, comisarios y especialmente, familiares, es decir, auxiliares legos que ejercían de policía en ausencia de los alguaciles. "Familiar de la Inquisición no era cualquiera. Había que demostrar la limpieza de sangre. Era un cargo honorífico muy codiciado pues podían exigir que su causa fuera instruida por un tribunal inquisitorial, más benevolente en delitos no relacionados con la fe que los tribunales reales", explica Carlos Álvarez Santaló, profesor de Historia Moderna de la Universidad de Sevilla, responsable de la edición de la obra. Pocas mujeres delincuentes De los 104 delincuentes que aparecen en los 56 procesos recogidos, sólo dos son mujeres. "Dentro de la criminalidad general, la femenina es minoritaria. Pero el honor femenino puede desencadenar combates mortales", escribe Balancy. En los casos estudiados, el 98% de los autores son hombres. La violencia ejercida por mujeres se desarrolla preferentemente en la ciudad y está relacionada con el robo o el crimen pasional.Otra de las aportaciones de Balancy es que recoge el lenguaje de la gente de la época, con citas extraídas de los procesos, deteniéndose en la exposición de detalles como los cómplices, las armas empleadas, los motivos, las circunstancias atenuantes o agravantes. El teatro de esta violencia polifacética es la Andalucía de entre 1580 y 1640 y son los tribunales de Córdoba y Sevilla los que proporcionan la materia prima del libro. Almonte, Andújar, Antequera, Baeza, Carmona, Morón, Úbeda... son los escenarios de unos hechos que normalmente se solucionaban con dinero. "Sabemos bastante de los procesos inquisitoriales y de los grandes procesos civiles, pero de la violencia cotidiana de las poblaciones medias o pequeñas no teníamos nada", añade Álvarez Santaló, para quien la tesis de licenciatura de Balancy contribuye a revelar todo el sistema de corruptela y connivencias de los poderes fácticos de la época.

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