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Entrevista:NUEVO SIGLO

"El surrealismo es un movimiento humorístico"

Jesús Ruiz Mantilla

En aquellos locos años veinte, José Bello introdujo el surrealismo en España junto a su banda de la Residencia de Estudiantes. Con la cabeza en su sitio, la distancia que dan más de 70 años de vanguardias digeridas y una vida plena, sentencia: "El surrealismo es un movimiento humorístico y no esas tonterías de manifiestos de André Breton".Pregunta. ¿No guarda algo de rencor a Lorca, Buñuel y Dalí porque impiden que se reconozcan sus méritos?

Respuesta. ¡Qué le vamos a hacer! Ellos son célebres y yo no. Fui amigo de ellos, lo he pasado bien en la vida y no hay que echar cuentas. Nos hemos divertido. Ellos son mucho más importantes que yo. ¡Allá ellos! Su trabajo les ha costado.

P. ¿Pero no le molesta haber pasado a los manuales como "el amigo de"?

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R. Me gustaría que me reconocieran como un colaborador de los tres. En aquella época hacíamos las mismas cosas. Hacíamos surrealismo antes de enterarnos de que existía, sin haber leído el mamotreto de André Breton, que no me interesa nada. Nuestro surrealismo era espontáneo, natural, joven y alegre. No hicimos ciencia de ello, no sentamos cátedra, como les gusta hacer a los franceses. Era un juego.

P. Un juego del que no eran conscientes de que fuese a influir tanto.

R. Yo tengo una teoría sobre el surrealismo y es que no hay más surrealismo que el que es humorístico. No conozco ninguna cosa seria que sea surrealista.

P. ¿Así lo veía también Dalí?

R. Dalí siempre hizo humor. Si hacía un retrato de un magnate estadounidense, le colocaba un palo encima de la cabeza. Eso sí, el palo y el señor estaban admirablemente realizados porque pintaba muy bien, eso lo sabía hacer desde que estuvo en el vientre de su madre.

P. El pintor polaco, como le llamaban ustedes.

R. Sí, porque llegó un poco estrafalario a la Residencia de Estudiantes, con esa forma de ser tan estrafalariamente pueblerina de su Figueres natal. Fue el último de los tres en llegar. El primero que entró fue Luis Buñuel, después Federico y después Dalí. Él y yo éramos los pequeños del grupo. Dalí nació exactamente un día antes que yo.

P. ¿Y a los tres se les veía ya talento, que llegarían lejos?

R. Sí, sí, a los tres. Al que tardé más tiempo en augurarle un desenlance triunfal fue a Buñuel, porque a Lorca y a Dalí se les intuía mucho arte. Los dos tenían el talento muy definido; sin embargo, Buñuel no, quería ser escritor y empezó tres carreras.

P. ¿Y esas correrías nocturnas suyas que han pasado a la historia?

R. Correrías, pocas. Se ha escrito mucho sobre eso y todo mentira. La Residencia era un sitio muy serio.

P. Pero algo habría. Eso de que Buñuel hipnotizaba al portero para que ustedes tuvieran vía libre, ¿no es verdad?

R. Bueno, un poco, un poco, sí, pero, vamos, sin pasarse, porque allí, con la mayor discreción y la mayor elegancia, le ponían a uno en la calle. De juerga fuimos cuatro veces. Primero, porque no teníamos dinero. Buñuel era el que más tenía, había heredado de su padre ya que él era el mayor, pero los demás teníamos muy poco dinero.

P. O sea, que Dalí no daba esas propinas que dice que dejaba en sus memorias por buenos cócteles.

R. No, nada. Dalí cuenta muchas mentiras en sus memorias. Era muy mentiroso, los otros dos también. Eran creadores, eso sí, pero mentirosos. ¿O es que los poemas hay que sacarlos de algo? No, los poemas se inventan.

P. Pero inventarse unas memorias es más grave.

R. Pues sí, Dalí se las inventaba. Aunque cuando llegó aquí no sabía discernir entre 25 pesetas y cinco duros. Se ha muerto sin saber leer la hora en el reloj, eso se lo aseguro yo. Era un encanto de persona pero socialmente incapaz.

P. Y un gran vendedor de sí mismo. ¿Sabía promocionarse o fue todo obra de su mujer, Gala?

R. Él era un tímido patológico y sin ella no hubiera hecho nada. Yo la conocí ya tarde y no me cayó nada bien, pero sí que le sirvió para situarlo en la vida.

P.¿Conoció usted el idilio que, según cuentan, mantuvieron Lorca y Dalí?

R. A mí ese tema me repugna.

P. Lo aireó Dalí antes que nadie.

R.Dalí era totalmente asexual. Lo mismo le daba un hombre que una mujer o una máquina fotográfica. Y Federico, del que todos sabíamos que era homosexual, nunca lo exteriorizaba de una manera escandalosa. En ese tema no voy a entrar.

P. ¿Cómo se enteró usted de la muerte de Lorca?

R. Cuando lo publicaron no me lo creí, pensé que era una de tantas mentiras propagandísticas que se daban en los dos bandos. Le tuve que pedir a una amiga que viajó a Argentina que me lo confirmara. Entonces nos fiábamos más de las noticias que se daban en el extranjero sobre España que de las que se publicaban dentro. Le dije que me lo mandara por carta, y como el correo estaba intervenido, quedamos en una clave. Las cartas de Argentina solían tardar tres o cuatro meses, pero aquélla recuerdo que llegó en 15 días, y, efectivamente, con aquella horrible noticia. Quedé destrozado, nunca he comprendido esa atrocidad.

P. La música ha sido una de las pocas cosas que ustedes, surrealistas confesos, han tomado en serio.

R. Ah, sí, sí, completamente en serio. No digamos Federico, que era casi su oficio, era como la poesía para él.

P. A la España de hoy, ¿la ve tan creativa como en la época de ustedes?

R. Eso el tiempo lo dirá. Yo estoy muy poco al tanto de lo que se hace ahora. Hace mucho que no leo literatura actual. Más bien releo.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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