El rebelde irlandés
Cumplirá 34 años el 11 de noviembre y puede que todavía esté de juerga celebrando su primer e inesperado título Mundial de fórmula 1. El Campeonato acaba en Japón el día 31 de octubre y Edmundo Irvine, Eddie, conoce bien los lugares de diversión del país del sol naciente; no en vano vivió allí tres años, del 1991 al 1993, cuando corría en la F3000 japonesa.Sus triunfos en las dos últimas carreras, en Austria y Alemania, coincidiendo con la ausencia de su jefe de filas en Ferrari, el alemán Michael Schumacher, le han catapultado al liderato del Mundial. Lleva una ventaja de ocho puntos al finlandés Mika Hakkinen (McLaren Mercedes), pero quedan todavía otras seis pruebas por disputar. La próxima, dentro de una semana en Hungría. Irvine fue el terror de las aficionadas japonesas y lo es en general de todo lo que lleva faldas, salvo las escocesas. Durante el pasado Gran Premio de Gran Bretaña reconoció que era padre de una niña de tres años, llamada Zoe, fruto de una relación esporádica. Este detalle no se había conocido nunca hasta el pasado mes de julio. Cuando le preguntaron por qué nunca había dicho nada de esto contestó: "Nadie me lo había preguntado".
Tiene la residencia en Dublín, pero vive cerca de la Estación Central de Milán, en un apartamento de unos 230 m2. Conoce bien todos los lugares de moda y diversión de la ciudad italiana, "pero sólo cuando no tengo trabajo o entrenamientos", aclara. La discoteca Hollywood, el restaurante mejicano Trópico latino o el tejano Louisiana, de la ciudad lombarda son visitados frecuentemente por Irvine. Es un apasionado del rock y de la música irlandesa y su ídolo es Van Morrison. Conoce bien a Lisa Stansfield y además es un buen guitarrista.
Entre sus aficiones está también la de jugar a la bolsa y, según su manager, Enrico Zanarini, se le da muy bien, lee todos los días el Financial Times y sigue las evoluciones de la bolsa gracias al Sky News. Ha aprendido algo de italiano, que es la única lengua no inglesa que conoce.
El primer contacto que tuvo con Ferrari fue para pedir un descuento en la compra de piezas de recambio para un Ferrari GTO en 1995, cuando corría con Jordan, con motivo del Gran Premio de Argentina de 1995.
El pasado 11 de julio fue una fecha importante para él, puesto que se vio convertido, de la noche a la mañana, en el líder inesperado del equipo más carismático del Mundial, Ferrari. Muchos le acusan de haber provocado, con su obstinación, el accidente de Schumacher, pero lo cierto es que la jugada le ha salido perfecta. Sin el astro alemán, Ferrari no ha tenido más remedio que apostar por él y de momento no les va mal.
"Estáis en mis manos", ha dicho en varias ocasiones desde la carrera de Silverstone. Cobra 600 millones anuales y es el líder del Mundial de fórmula 1. Le gusta la cerveza y la juerga, usa ropa informal y le encanta hablar a la prensa. "Hill está viejo para este deporte", dijo días antes del GP de Gran Bretaña. Suele calentar el ambiente con sus declaraciones. Hacía unos meses que se quejaba de no poder demostrar su valía en Ferrari. "Estoy atado de pies y manos. No aguanto más ser el número 2", comentó. El director deportivo de Ferrari, el francés Jean Todt, tuvo que llamarle al orden y prohibirle hacer declaraciones explosivas, pero eso a él no le afectó. Ahora está envalentonado y no hay quien le pare. Eso se notó tras ganar en Alemania. No le importó que sus padres estuvieran en el circuito. Allí mismo se tomó unas cuantas cervezas y su tasa de alcoholemia ascendió en picado. Su familia es importante para él. Su hermana, Sonia, que es fisioterapeuta y un año mayor que él, se ocupa de su estado físico y le acompaña a todos los circuitos. Además, se ocupa de los negocios que el piloto tiene en Irlanda.
Irvine ha pasado parte del verano en su barco, que tiene amarrado en la Costa Azul, para estar cerca de su novia, una modelo holandesa, Anouk, que trabaja en Niza. A bordo tiene todos los vídeos de la última temporada y habitualmente los repasa antes de cada carrera. "Antes no lo hacía, ahora estudio las curvas con el vídeo y veo dónde se puede ganar algo", dice Irvine.
La victoria de Austria le quitó un peso de encima. No dormía bien ante tanta responsabilidad. Ahora está muy tranquilo y sólo piensa en la próxima carrera de Hungría, teóricamente terreno favorable, donde debe dar un paso importante para ganar el Mundial. Y tras el GP de Alemania lanzó su última frase ingeniosa: "Gracias a Ron Dennis [propietario de McLaren] porqué les ha pagado el viaje a mis padres" [Irvine ganó la carrera gracias a que una manguera de combustible no funcionó cuando Hakkinen paró en boxes].
Su palabrería le ha granjeado algunas críticas del mismísimo Ecclestone. "Veremos si es tan bravo como cree", dijo pocos días antes de Alemania el patrón de la F1. Y su relación con la prensa no siempre es buena. Ahora es el niño mimado de la afición italiana. Las audiencias televisivas se han disparado. En la localidad de Serravalle, en el Piamonte, le van a dedicar una calle y es el nuevo ídolo nacional. Pero sólo unas horas antes del GP de Austria tuvo que leer titulares como "No tiene madera de campeón" o "Schumacher vuelve pronto. Sin embargo, tras su victoria algunos rectificaron: "Tenías razón tú".
Como hombre polémico desata pasiones y odios. Y ese carácter tiene incidencia en todos los aspectos de sus relaciones personales y profesionales. Eddie es ahora la tabla de salvación de Ferrari, y eso le coloca en una posición de fuerza en la escudería italiana. Pero su continuidad en el equipo del caballo rampante no está asegurada. La próxima temporada podría fichar por el equipo Jaguar, que se formará tras la compra de la escudería Stewart por parte de Ford. Mika Salo, que le dejó la victoria en bandeja en Alemania, sería su sustituto.
La oferta que Irvine tiene sobre la mesa le permitirá negociar con Ferrari en unas condiciones muy distintas a las que tenía cuando entró en el equipo. El coche de Irvine puede llevar el año próximo el número 1 en su carrocería. Y ése va a ser otro factor determinante en su futuro. El piloto irlandés exigirá un trato equiparable al del alemán Schumacher. En Maranello han puesto los medios para convertir a Irvine en líder del Mundial, le han catapultado a nivel internacional y le han revalorizado. Pero puede que acaben pagando por todo eso.
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