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Arzalluz da marcha atrás y acepta ser de nuevo candidato a la presidencia del PNV

Xabier Arzalluz optará, por séptima vez, a la reelección como presidente de la ejecutiva del PNV en la asamblea general que se celebrará en enero próximo. Con ello, el veterano líder nacionalista da marcha atrás en su deseo de retirarse y se dispone a rebasar los 20 años al frente del partido. El lunes, Arzalluz dio el sí a los líderes de las ejecutivas territoriales y su candidatura fue confirmada ayer por el portavoz del PNV en el Congreso de los Diputados, Iñaki Anasagasti. Difícilmente habrá un candidato alternativo con posibilidades de éxito.

Tampoco esta vez habrá mudanza, tal y como el propio Xabier Arzalluz desaconsejó hacer en tiempos de desolación. Al menos no la habrá al frente del Euskadi Buru Batzar (EBB), cuya presidencia él mismo ocupa desde hace 20 años. Las voces críticas que se alzaron en el seno del partido tras los insuficientes resultados de las elecciones autonómicas de octubre del año pasado, y los ya claramente adversos de las municipales de junio, han aconsejado a los estrategas del PNV deshacer la principal de las dudas cuanto antes: la continuidad y el orden interno están garantizados en la persona de Arzalluz. Esto no es obstáculo para que la ejecutiva nacionalista pueda experimentar cambios de importancia en sus componentes, en algunos casos por claros motivos de edad o de dedicación a otras actividades. Será, en todo caso, una vez se haya elegido al presidente del EBB,ya que ese cargo se vota en asamblea general cada cuatro años, mientras que la ejecutiva se elige en una asamblea nacional inmeditamente posterior. La información sobre la decisión de Arzalluz fue recogida ayer por el diario nacionalista Deia. Según dicho rotativo, el lunes, antes de la reunión habitual que celebra la ejecutiva del PNV, Arzalluz se reunió con los presidentes de las direcciones territoriales. Javier Atutxa (Vizcaya), Joseba Egibar (Guipúzcoa), José María Guerenabarrena (Álava), José Antonio Urbiola (Navarra) y Fernando Almandoz (demarcación vascofrancesa), todos ellos miembros del EBB, pidieron a Arzalluz su asentimiento para presentarle a la reelección. Obtener el sí de Arzalluz resultó "arduo", según fuentes cercanas a la reunión, ya que el presidente del PNV había mostrado "reiteradamente" su deseo de no repetir.Una vez oficializada su candidatura, transmitida a las bases y sancionada finalmente en la asamblea general de enero, Arzalluz afrontará el que con toda probabilidad será su último mandato. Durante éste cumplirá 70 años -tiene ahora 67- y el partido deberá preparar definitivamente su relevo con un sustituto que aún está por perfilar. La negativa de Arzalluz a repetir en el cargo habría llevado al PNV a un sendero intransitable, porque habría desatado, y más en el actual momento de adversidad electoral y pérdida de poder político y peso institucional, una lucha que no está en condiciones de abordar ahora.

El portavoz del PNV en el Congreso confirmó la decisión de Arzalluz y se felicitó por la "buena noticia". Anasagasti señaló que el liderazgo de Arzalluz y su condición de referente político es "más que nunca preciso en una organización como el PNV", aunque resulte "incómodo" a sus contrincantes. Por su parte, el líder de los socialistas vascos, Nicolás Redondo, vio en la decisión "las pocas posibilidades de relevo" en el PNV, al que advirtió de que "otros nacionalistas radicales" le están ocupando "seriamente" su habitual espacio político.

Ponencia política

Aunque el proceso congresual no ha hecho más que empezar -se abrió el pasado día 14- es poco probable que alguien quiera significarse como candidato alternativo, y perdedor casi con seguridad, ante Xabier Arzalluz. Está prácticamente descartado que las críticas y las exigencias de autocrítica, que las hay, vayan a expresarse en forma de lucha por la presidencia de la ejecutiva del partido.Más seguro es que los sectores críticos con la política practicada en los últimos tiempos opten por dejar clara su disidencia en el debate de la ponencia política que un equipo dirigido por el propio Xabier Arzalluz está ultimando. La previsión inicial de que las bases tuvieran tanto ese texto como la propuesta de reforma de sus estatutos internos a finales de mes quedará pospuesta hasta septiembre. Simultáneamente, el PNV piensa presentar en público ambos documentos de debate.

La crítica y la exigencia de autocrítica -pese a que los peores resultados electorales los ha registrado el PNV en Vizcaya y Álava, donde se ha visto apeado del poder- tienen por ahora la imagen de un guipuzcoano, el diputado en el Parlamento vasco Joseba Arregi, que apostaba en un artículo reciente por "revolucionar el nacionalismo democrático". Arregi señalaba que la estrategia de los últimos años no ha funcionado electoralmente, hacía el balance en términos de perdida de presencia en órganos de poder y pedía una reflexión crítica.

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Uno de sus argumentos, que coincide con otros expresados en privado por miembros destacados del partido, señalaba la que a su juicio ha sido la principal equivocación del PNV: mezclar pacificación con cuestionamiento del marco institucional vasco y entender aquélla como la ocasión de tejer un nuevo equilibrio de fuerzas a favor del nacionalismo. Ambos intentos, en su opinión, han sido rechazados por la sociedad vasca al acudir a las urnas. En cualquier caso, al hacer balance de sus 20 años al frente del PNV, Arzalluz no puede presentar unos buenos resultados. A la ruptura que dio origen a EA hace 14 años, cuando el partido vivía su mejor momento y rozaba el medio millón de votos, se suma ahora el fracaso electoral del ensayo de coalición con la formación escindida, el desalojo de centros de poder y el Gobierno en minoría.

Arzalluz no podía marcharse en este momento. Se le habría reprochado dejar al partido en un estado lastimoso, notablemente peor situado que cuando lo encontró. La conciencia de ello ha pesado en su decisión contra sus deseos personales de retirarse, aseguran en la formación nacionalista.

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