Francia aprueba la segunda ley de las 35 horas
El Gobierno francés aprobó ayer la denominada Segunda Ley de las 35 Horas, texto a partir del cual, y desde el 1 de enero del año 2000, 12 millones de asalariados deberían trabajar un máximo de 35 horas por semana en vez de las 39 hasta ahora vigentes. El Gabinete del socialista Lionel Jospin dio luz verde a la norma en medio de reacciones encontradas de empresas y sindicatos, y de las críticas de la oposición conservadora. Respecto a la Primera Ley, ratificada por la Asamblea Nacional el 19 de mayo de 1998, la nueva redacción supone mayores precisiones sobre las horas extraordinarias. Éstas no podrán ser más de 130 anuales a partir del 2002, y su recargo no sobrepasará el 10% en un primer momento y puede llegar a alcanzar el 25% a finales del 2001. Pero la consideración de hora extra dependerá del calendario y durante el año 2000 sólo serán consideradas como tales las efectuadas más allá de las 37 horas semanales, tope que se reducirá a 36 a partir del 2001.La nueva reglamentación que,, según la ministra del Empleo y la Solidaridad, Martine Aubry, ya "ha creado 85.334 empleos y ha evitado la desaparición de 16.475 puestos de trabajo", se aplicará en todas las empresas de más de 20 trabajadores, y a partir del 2002, a las de menos empleados.
Los ferrocarriles y los transportes públicos quedan exentos de la aplicación de la ley porque sus trabajadores gozan de un estatuto particular, mientras que los 4,5 millones de funcionarios deberán negociarla aparte debido a las centenas de variantes que incluye el sector. Para la patronal, la nueva ley, que será discutida en otoño en la Asamblea Nacional, es "ilegible e incomprensible, una obra maestra de la tecnocracia". En la práctica, la ley no merece una condena tan severa por parte de los empresarios porque, como reconoce su propio portavoz, "ha multiplicado la flexibilidad de nuestro mercado laboral".
En efecto, la ley permite anualizar el cómputo de horas trabajadas y adaptar los horarios laborales a las exigencias de la demanda. Además, el plazo de dos años suplementarios de adaptación, concedido a través de la manera de contabilizar las horas extras, es favorable a los intereses patronales.
Un aspecto innovador de la ley es que intenta regular el horario de los cuadros, agrupándoles en categorías: los directivos quedan al margen de toda regulación; los integrados en un equipo quedan sometidos a las mismas reglas que el resto de asalariados; el resto de los cuadros ven cómo su reducción del tiempo de trabajo se contabiliza a partir de la exigencia de un máximo de 217 días de trabajo al año.
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