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CICLISMO Tour

Un 18 de julio en París

Hoy se cumplen 40 años de la victoria de Bahamontes en el Tour, el primer mito del deporte español

Luis Gómez

Tal día como hoy hace 40 años, la prensa de la época había hecho los preparativos necesarios para contar las excelencias de Federico Martín Bahamontes, ciclista toledano, hijo de peón caminero, a su entrada de amarillo en el Parque de los Príncipes de París coincidiendo con la fiesta nacional del régimen de Franco, el 18 de julio, 23 años después del denominado Alzamiento Nacional. La coincidencia de ambas celebraciones debió de ser considerada como un designio divino, así como la necesidad de convertir a Bahamontes en un héroe nacional libre de toda sospecha. Cuentan algunos testigos que aquel día también hubo celebraciones en la otra España, la del exilio interior y exterior. Había nacido el mito Bahamontes, un mito que sobreviviría (y sobrevive) entre algunas generaciones de españoles por encima de las ideologías, entre otras cosas porque la personalidad de este ciclista era difícilmente clasificable: Bahamontes era un autodidacto, era un inconformista, era terriblemente arrogante y era Bahamontes.Su triunfo en el Tour de 1959 fue el primer gran éxito individual de un deportista español desde la guerra civil: nuestro deporte no había conocido otra cosa que el gol de Zarra, las penalidades de Paulino Uzcudun y los éxitos del Real Madrid en Europa. La prensa se hizo eco del casto beso que Fermina, su mujer, dedicaba a Bahamontes, no sin antes puntualizar que ella se había desplazado a París con una sola maleta en la que llevaba dos trajes, dos trajes confeccionados "naturalmente" por una modista toledana. Así era la España de 1959, una España dividida, pobre, aún aislada internacionalmente y que se aprestaba a poner fin a una penosa autarquía económica con un plan de estabilización.

De aquella época quedan pocos testigos en este Tour de 1999. Uno de ellos es el periodista español Chico Pérez, quien aún tuvo la oportunidad de conocer a Bahamontes en el Tour y todavía mantiene su entusiasmo por el ciclismo. Chico Pérez levanta la voz cuando se le mienta a Bahamontes. No tiene dudas al respecto; se excita: "Era un genio, el mejor escalador que ha existido en el ciclismo, no ha habido nadie igual. Se decía por entonces que era un hombre capaz de vender más periódicos que el mayor criminal de España". De Bahamontes destacaba su capacidad para armarla en cualquier momento, para bien o para mal. "Sabíamos que tenía una fecha señalada, que era el 7 de julio, el día que cumplía años Fermina, su mujer. Si coincidía con una etapa de montaña, era seguro que Bahamontes ganaría esa etapa". Bahamontes fue bautizado como el Águila de Toledo por un periodista francés, en oposición al otro gran escalador que le dio réplica, el luxemburgués Charlie Gaul, conocido también como el Ángel volador.

Aquel Tour de 1959 se corrió por selecciones y ese detalle se convirtió en un quebradero de cabeza para muchos directores. En el ciclismo de aquella época estaban a la orden del día las desavenencias entre muchos corredores. Del lado francés, resultaba materialmente imposible poner de acuerdo a Bobet, Riviere, Geminiani y Anquetil. Del lado español, la polémica estaba entre Bahamontes y Jesús Loroño. Dalmacio Langarica, el encargado de hacer la selección española, estaba íntimamente convencido de que Bahamontes se hallaba capacitado para ganar el Tour si se dejaba dirigir. Por eso aceptó la primera condición del toledano: "Si voy yo, no va Loroño". Y Loroño no fue. De ese Tour hay dos versiones; la nacional, que hablaba de las excelencias de Bahamontes en la montaña y la imposibilidad del resto de los corredores para seguir su rueda, y la francesa, que explicó el Tour a partir de las desavenencias entre los nacionales, dispuestos a cualquier cosa antes de que ganara un francés. En cualquier caso, Bahamontes dejó huella en el ciclismo de entonces: era único por su forma de correr y por su personalidad.

Nació así una verdadera leyenda del deporte español, rodeada de cierta fantasía. Cuentan que Bahamontes se paró en lo alto de una cumbre para tomarse un helado mientras esperaba la llegada del pelotón, y no fue cierto. Cuentan que Anquetil decidió no seguir nunca su rueda en sus aventuras por temor al desfallecimiento, y nadie lo confirma. Cuenta el mismo Bahamontes que no pudo ganar el Tour del 64 porque le traicionaron los españoles, y cuenta Chico Pérez, como testigo que fue de aquello, que Bahamontes perdió aquel Tour "porque no le hizo caso a nadie". Bahamontes se había escapado con Julio Jiménez a poco de tomarse la salida en la etapa de los Pirineos. Juntos sumaron una ventaja de hasta cinco minutos, que podía convertir a Bahamontes en el líder de la carrera, cuando Julio Jiménez mostró algunos síntomas de fatiga. Julio corría por el equipo Kas, cuyo director era Langarica. Y Langarica pidió a Bahamontes que esperase a que Julio se recuperara para continuar juntos la escapada. "De eso nada, está muerto, me voy". Langarica insistió, y Bahamontes contestó dejando tirado a Julio. Se fue solo, llegó a tener casi siete minutos, pero perdió luego buena parte de su ventaja. Dice Bahamontes que porque los españoles colaboraron con Anquetil. Dice Chico Pérez que porque Bahamontes hizo lo que le vino en gana. Lo hizo siempre. Chico Pérez perdió las amistades durante algún tiempo con él porque le criticó como organizador de la Vuelta a Toledo: "A Federico se le ocurrió darle un premio al último y, claro, eso resultó un desastre".

Así era Federico. Y así ha seguido siendo estos últimos 40 años. "Si yo tuviera el equipo de Induráin habría ganado siete Tours", dijo no hace demasiado tiempo. Federico Martín Bahamontes, memoria viva del deporte español.

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