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El constructor de música

Otros crean música: él la construye. Francisco Hervás (Granada, 1962), tímido y profundo, tiene uno de los oficios más interesantes y complejos que pueden encontrarse: luthier, es decir, constructor de instrumentos musicales. Pero no de los normales. Él se dedica a fabricar -debería decirse esculpir, o tallar- instrumentos antiguos, del Barroco y del Renacimiento. Lo que sale de sus manos no es sólo música, son también trozos de historia. Eso lo ha convertido en uno de los constructores más solicitados del país. Vihuelas, violas da gamba, laúdes, archilaúdes, tiorbas, guitarras barrocas, guitarras renacentistas, violines, violonchelos y hasta un clavecín han salido ya de su taller, en donde amontonan troncos de toda clase de maderas -cedro, nogal, cerezo, arce, abeto- que luego serán instrumentos. "Habré hecho unos ochenta o noventa instrumentos", recuerda. Ahora está embebido en una viola da gamba. Cada pieza le supone, como mínimo, tres meses de trabajo. "Empecé a construir instrumentos antiguos porque era algo que me había atraído desde siempre", cuenta. Él entonces tocaba en el grupo de música renacentista y tradicional Lombarda, que despertó el entusiasmo del público en la Granada de los años ochenta. El conocimiento que su padre le transmitió sobre el mundo de la madera, la necesidad de tener que fabricarse sus propios instrumentos para el grupo lo llevaron a una profesión que es, sin duda, de las que requieren un oído y una precisión exquisitas. "Lo de ser músico ayuda muchísimo", reflexiona. "Te da otra perspectiva sobre el instrumento que estás construyendo. Yo toco instrumentos de pulso y púa. Cuando construyo una viola da gamba le pido al intérprete que la vaya probando". No debe ser difícil para un guitarrero hacerse con los planos para construir una guitarra, pero, ¿cómo se consiguen los de un archilaúd? "Hay libros especializados sobre eso", responde. "También consulto museos en muchas ocasiones, o acudo a revistas especializadas". Lo suyo son instrumentos artesanales, que nada tienen que ver con los que pueden adquirirse en una tienda, por muy caros que resulten. Cada detalle, como la espiral del clavijero de un violín o una viola, está tallado a mano, con horas o días de paciencia y rigor. La madera se curva con maniobras de calentamiento y humedad. Hasta el último detalle requiere una planificación absoluta. El resultado final no es un mero instrumento. Es una obra de arte. ¿Y se puede vivir de este oficio? "Ahora me llaman de Francia y de Holanda", dice, "para encargarme instrumentos. Sí, sí se puede vivir de este oficio. De hecho, yo vivo de esto". Pero no ha abandonado la música. Él mismo ha fabricado los instrumentos del grupo en el que toca, Música Práctica, un trío de tenor, viola da gamba y vihuela, que interpreta obras del Renacimiento. Cuenta con un disco en el mercado, En campo de moros, en el que se recogían las viejas canciones medievales españolas. Hay luthiers, y Hervás es uno de ellos, a los que se le encargan los instrumentos con años de antelación debido al tiempo que necesita cada obra y a los encargos que tienen con anterioridad. Los músicos, sin embargo, prefieren aguardar y tener por fin un hervás. De hecho, el nombre de su autor aparece en el frontal del clavecín, uno de los instrumentos más complicados de construir, que hizo por encargo. En su taller se comprende el valor de una firma en un instrumento.

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