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CICLISMO: Tour

El hombre que acaba con los ilusos

Carlos Arribas

Cuando un grupo de fugados, como los cuatro de ayer, o los 10 del jueves, por ejemplo, ven que la meta está ya a 40 o 45 kilómetros, normalmente preguntan a los directores un par de cosas: ¿cuánta ventaja llevamos? y ¿quién tira detrás? Si a la primera pregunta les responden que seis minutos, por ejemplo, dicen que bien, y si a la segunda que los saeco de Calcaterra, sienten un sudor frío: son hombres muertos. Como un personaje de una novela de terror, Giuseppe Calcaterra, el ciclista italiano de 34 años, encarna en su sola figura un mecanismo frío y perfecto, infalible, que sólo existe para acabar con los ilusos, con las aspiraciones de quien cree que puede ganar contra la voluntad de los sprinters. Así, de cerca, no mete miedo, aunque sea muy alto (1,91 metros), lleve tres o cuatro días sin afeitarse, su perilla teñida no coja lustre, y los pelos, rizados y también teñidos, desborden por debajo de su gorra. No asusta porque sonríe con timidez, como preguntándose por qué narices un periodista quiere hablar con él y como temiéndose que la historia irá del monotema de estos meses, del dopaje. "Ah", se extraña, "¿que quiere saber cómo me lo monto para hacer mi trabajo? Muy sencillo. Todo es experiencia. Llevo 14 años de ciclista y de algo me tienen que valer". Ja. Corredores viejos y con experiencia, hay muchos, pero hay muy pocos que tengan una cabeza así para saber en qué momento actuar y cómo. ¿Qué más, Calcaterra?

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"Bueno. Para mi trabajo, que no es otro que lograr que no triunfe ninguna fuga, para que mi jefe, Cipollini, pueda ganar al sprint, hace falta echar unos cálculos y llevarse bien con la gente. Yo suelo entrar al trabajo a falta de 40-45 kilómetros. La velocidad a la que se tiene que conducir al pelotón (porque, no se olvide, sólo media docena de los 180 corredores son los que trabajan, relevándose, con el viento de cara y marcan la velocidad del paquete) depende del tiempo de ventaja que lleven los fugados, de cuánto tiempo lleven fugados, de cuántos componen el grupo de fugados y de qué tipo de terreno quede hasta meta. Normalmente nos movemos a 45-50 por hora y si llegando a 15 kilómetros del final vemos que nos aventajan en minuto y medio sabemos que no hay problemas. En este Tour sólo tengo a dos pupilos del Saeco para esta fase, Secchiari y Armin Meier. También me encargo de hablar con los otros equipos de sprinters para coordinar el trabajo. Ah, y también doy pedales".

Casco rojo, rizos sueltos, Calcaterra guía al pelotón. Es la punta de una flecha. Pobres de los fugados. Cipollini, se prepara.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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