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CICLISMO Tour

Un 'sprinter' estonio en la élite

Kirsipuu, un veterano especialista en carreras de segundo orden

Carlos Arribas

Ya que la renovación del ciclismo, tierra prometida del Tour 99, no parece producirse en el ámbito de la veteranía de los corredores (Armstrong, el del prólogo milagroso, está en su octavo año profesional; Kirsipuu, el rápido de ayer, siete), por lo menos que no se quede corta en lo que respecta a su patria. Vale que los norteamericanos ya tienen su pequeña tradición en el ciclismo, pero que de repente, en plena etapa de Tour surja un sprinter estonio... Y quizás la cosa no se quede ahí. ¿No es acaso un Hinault albino de Petropavlovsk (Kazajstán), llamado Alexandre Vinokúrov, uno de los favoritos para el triunfo final? Y sin embargo el coloso rubio de Tartu, Jaan Kirsipuu (kirsipí pronuncian los franceses), ni es un novato ni un desconocido entre los de su clase. Hasta ahora, lo que más llamaba la atención de este sprinter de la clase de los forzudos ( "dos meses al año me dedico a trabajarme la musculación; es una costumbre muy buena, gano mucha fuerza, hago funcionar todos los músculos y me evito molestos dolores de espalda durante la temporada") era su especial habilidad para, surgiendo de la nada (llegó a Francia, tierra ciclista, en 1993, sin tener ni idea del idioma y ya acogido en Chambéry por Vincent Lavenu, el descubridor de talentos del Este descompuesto, que antes de dirigir el ahora potente Casino crecía con el humilde Chazal), alcanzar las más altas cotas de la cantidad. O sea: cómo para un palmarés poblado lo mismo le valía ganar una etapa en la Vuelta a Armórica que una semiclásica con principio en París y final en Mantes. Todas las carreras domingueras francesas se pateó Kirsipuu para conseguir siete triunfos en el 93, cuatro en el 94, tres en el 95, dos en el 96, nueve en el 97, 17 en el 98 (el corredor más laureado del año), y ya van, con el de ayer, 15 en el 99.

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Cantidad, mucha; calidad, escasa. Hasta ayer, claro. La crème de la crème de las llegadas, esto es Cipollini, Zabel, Steels, Blijlevens, le miraba por encima del hombro. Y pese a que su victoria en una etapa de la Vuelta pasada ya auguraba un salto cualitativo, las peculiaridades de esta temporada (los equipos franceses sólo han corrido en Francia, los españoles en España y los italianos en todas partes), le han permitido seguir engordando sus números. Hasta ayer. Cipollini y su tren rojo Saeco, Zabel y su oportunismo, Steels y su potencia, hasta Jimmy Casper, el nuevo descubrimiento francés, todos cayeron bajo su agresiva ley. Ya está en la elite. Ya ha logrado que Estonia entre en el mapa ciclista. "Sí, sí, el ciclismo no era un deporte muy popular en Estonia, pero ahora ya se sabe allí lo que es el Tour. No lo dan en directo, pero sí que hacen reportajes en los telediarios, y hasta algún periodista ha venido a Francia"). Seguro que hoy triunfa ese enviado especial.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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